lunes, 12 de octubre de 2015

Out de Natsuo Kirino

Érase una vez cuatro mujeres tokiotas (nombremos a las mozas, entre la treintena y la cuarentena vital todas ellas: Masako, Yoshie, Yayoi y Kuniko) cada una con sus problemas existenciales, tantos que llegan a rebosar hasta las fiambreras que les servirán de cena prefabricada en la pausa de descanso del trabajo de mierda que realizan… y que apenas les sirve para subsistir. Localicemos mejor el escenario donde transcurren los hechos: extrarradio de la ciudad, chonis a la japonesa, detritus suburbial poseído por el afán consumista que se tuesta la piel al amparo de una fábrica de comidas preparadas, en horario nocturno, allá a las puertas del sol naciente. ¿Se van haciendo una idea aproximada?; ¡qué va, me da a mí que ni se lo imaginan!: cámbiense de ropa, fichen, pasen e inicien un turno de curro con ellas… y ya verán lo a gusto que pillan el sobre a la mañana siguiente.

Podría contarles que hay un fiambre de entrada, el marido de una de ellas, que sirve como (conta)punto de arranque de la historia y no les estoy destripando nada de la trama argumental, de hecho ya se lo van a encontrar de inicio tanto en su sinopsis como en el primer capítulo de la novela titulado, con acierto, ‘Turno de noche’. El caso es que ya es aquí mismo (el resto lo dejo a su imaginación, claro) donde a mí me ha surgido la primera pregunta importante para valorar globalmente esta lectura: ¿Cómo es posible que la srta. Kirino, la reina japonesa del crimen la han bautizado los americanos, sea capaz de llevarme a través de las 550 páginas que ‘dura’ su novela sin apenas flojear en su empeño de fascinarme con la historia que me está contando? Pues a través de una escritura ágil (mucho diálogo entre seres humanos sumamente introspectivos –toma contradicción- y renunciando a la prosa descriptiva –toma punto flaco- que todavía la hubiera llevado a cotas más altas, eso sí) exenta de giros estilísticos enrevesados pero, a su vez, capaz de engatusarme con ese caramelo podrido que te ofrece la autora: ¡ah, vale! Que esto es un thriller de entretenimiento, una novela negra o roja gore si me apuran, uno de esos productos de consumo que los amantes de la ‘fikiliteratura seria’ nos permitimos degustar de tanto en tanto… entonces se supone que tendría que valorarla de otra manera, pero no sería justo conmigo mismo y es que todo se ajusta al justito pero tirando a bien, así que digamos que la novela me ha gustado más de lo que esperaba (claro que es verdad que me va mucho lo japo y lo noir, por eso mismamente llegue hasta aquí) aunque también es cierto que no me hubiera temblado el bisturí a la hora de rajarle el vientre a esta obra y sacar a la luz toda la escoria que esconde en su interior, que algo de eso hay. ¡Hágalo usted si se atreve! Personalmente, me ha entretenido que es lo que se le pide y/o se le supone a una lectura de estas características…

¿Y de salida, OUT? Una gozada el retrato de la metrópolis tokiota (la particular idiosincrasia de algunos de sus barrios: Shibuya & Shinjuku en especial) y de la peña que la habita (sobretodo esa juventud tatuada en neón que ilumina artificialmente esa manera tan compleja de ser, también de existir, que tienen los japoneses), algunos personajes prescindibles (masculinos todos ellos), algún que otro fallo argumental (la ineptitud policial, incomprensible su desaparición de escena desde el primer tercio), algún que otro subtema digno de mayor desarrollo (el funcionamiento interno de la yakuza); aunque todo consigue sostenerse hasta ese asombroso final (investigando al respecto me entero que la novela causó una inmensa conmoción en Japón supongo que se refieren básicamente a él, al this is the end, my only friend…) que les puede dejar knock-out (¡Joder, yo tenía otro en mente conforme se aproximaba el cierre de contraportada! Qué le vamos a hacer). Total, avisados quedan. Recomendada a los amantes de rarezas literarias made in Japan.-


Valoración Personal: 61 sobre 100