Que yo sepa ni es primo del Haruki ni nada parecido, aunque
la verdad es que me gustaría saber si se conocen personalmente o han coincidido
en alguna historieta Made in Japan,
dígase algún tipo de colaboración artística, jurado de algún premio literario,
cinematográfico, o cosas así. Dicen que no se parecen en nada, como la noche al
día, pero aquí un servidor les encuentra ciertos puntos de conexión: en todo
caso ambos, a su manera, me parecen geniales. Hoy, este post va de Ryu (1952),
ya que al Haruki (1949), de pluma mucho más prolífica, ya le he dedicado algún
que otro escrito en este humilde blog. Que ambos sigan respirando por muchos
años. Jau!
Azul casi transparente (1976): Debut literario de un
estudiante japo de 24 años, la madera se le aprecia. La primera en la frente:
Bestseller y Premio Akutagawa, todo de una tacada. Posiblemente sea la novela
más pornográfica que he leído hasta la fecha, cuatro rombos sin ninguna duda,
violencia tarantiniana de añadido.
Sin argumento definido, viene a ser como un surrealista ejercicio de
autoafirmación del Sex, Drugs and Rock & Roll a la japonesa. Tan retorcida
como cualquiera de las pelitos del coño de Kei o de Reiko por citar a cualquiera
de sus jovencísimos personajes… también hay chicos, incluido el propio Rye
narrando en primera persona.
Piercing (1994): Ha sido la última en llegar por estos pagos
(acabo de leerla en català en una muy buena edición –Amsterdam Llibres-, que
fue la que encontré en la Biblioteca, también hay versión reciente al
castellano –Editorial Escalera-). Psicothriller a la japonesa, trepidante
(cortita como todas sus novelas, 144 páginas que les dejarán literalmente sin
aliento), turbia y dura en extremo pero con unas licencias a la ternura capaces
de desarmar al más pintao. ¡Buah!, y eso que estamos hablando de traumas
infantiles. Sustituyan el tema del punzón de hielo (ya visto en “Basic
instinct”, la peli de Verhoeven del 92’, y que seguro que también impactó al
bueno de Ryu…) por cualquier otra arma negra (fíjense en el abrelatas para
abrirojos del final, por ejemplo)… y tenemos otra muy interesante novela que
haría las delicias del Marqués de Sade, por ejemplo también.
Sopa de Miso (1997): Nocturno blues de Tokio con turista
extranjero (Frank, norteamericano) que comparte protagonismo principal con un
joven guía local (Kenji) . Sexo y violencia a raudales marca de la casa, aquí
ya con un argumento muy bien definido en una historia hipnótica y extremadamente
dura. Fue la novela que me descubrió al autor y hasta la fecha es mi preferida
de las tres por múltiples razones que ahora, en este mismo momento, no me
apetece explicar (pueden encontrar alguna buena reseña en el ciberespacio si
les apetece indagar acerca de este autor que tan poquita gente lee, ¡lástima!).
Poseedor de un estilo literario propio y reconocible en cualquiera de las tres,
la cuestión es empezar por cualquiera de ellas. Les aseguro que repetirán…
Recordatorio Personal: ¡Te falta por leer “Los chicos de las
taquillas” (1980)!