jueves, 16 de abril de 2015

Habla, Mudito


“The natural inheritance of everyone who is capable of spiritual life is an unsubdued forest where the wolf howls and the obscene bird of night chatters.” – Henry James, writing to his sons Henry and William.

 

En ese extracto de una carta personal firmada por Henry James y dirigida a sus vástagos, que José Donoso utiliza como obertura para esta obra magna, encontramos la inspiración para ese título tan sumamente ajustado a la experiencia que vamos a tener al introducirnos de lleno en esta novela. También aprovecha el autor, sin duda consciente del monstruo que estaba a punto de engendrar, para incluir una escueta dedicatoria: PARA MIS PADRES. Y es que esta es una obra, entre otros géneros literarios que se esconden entre sus páginas, de padres e hijos… ¡y de madres, siempre Superioras, también!

Publicada en 1970 tras ocho largos años de proceso creativo (Santa Ana y Los Dominicos, Chile -1962/1963-)… e interrumpida hasta que una esquizofrenia agravada por una ‘mala utilización’ de la morfina que le administraron en un ingreso hospitalario le permitió a Donoso encontrar la inspiración divina para conseguir esa deslumbrante gestación final, que viene a corresponderse –aproximadamente, por algún ligero cambio de estilo, en mi opinión- con los últimos cinco capítulos o cien páginas finales alumbradas en: Pollença, Mallorca (1968), Juenga, Santander (ene/mar-1969) y Vallvidrera, Barcelona (mar/dic-1969); esta novela está considerada por muchos entendidos en la materia como su gran obra maestra, entre ellos el tal Harold Bloom… ¡el boom de la literatura sudamericana, tío, que no te enteras! En fin, que me apunto al carro de merecidos elogios y, por ello, voy a intentar recomendarla desde aquí:

Localizada en toda su integridad en dos claustrofóbicos espacios cerrados a cal y canto para toda aquella persona ajena al hechizo que transmiten sus personajes, y abierta lógicamente a su autor y, por supuesto, al lector -convidado de piedra atemporal-; toda la trama se desarrolla intramuros de la Casa de Ejercicios Espirituales de la Encarnación de la Chimba (una especie de convento de clausura donde la inexplicable seducción erótica que envuelve todo lo viejo se personaliza en su treintena de internas… además del puñado de huérfanas a las que brindan ‘auxilio espiritual’, entre las que se encuentra la carne fresca y pecaminosa de la Iris Mateluna, que no quiero olvidar mencionar a esta mocita…); y en La Rinconada (hacienda particular de Don Jerónimo de Azcoitía, a su vez propietario también del otro chiringuito cristiano, terrateniente creador de turbias ínfulas político-religiosas que esconde un terrible secreto, que vienen a ser dos, entre las paredes de ambas fortificaciones… y su esposa Doña Inés, pieza clave de toda la estructura argumental); tan sólo acudimos a una breve escapada extramuros –estratégicamente infiltrada por Donoso- donde a través de la música que se escapa de los altavoces de un bar reconocemos una canción de los primerizos Rolling Stones que nos ayuda a situar la trama argumental a principios de los años 70’ muy poco tiempo antes del golpe de estado con que el infausto general Pinochet y las majestades satánicas que lo auparon a la poltrona, ejecutaron la vida libertaria de Chile aquel no tan lejano 11 de septiembre de 1973. Hasta ese momento, ya hacia mitad de novela, uno bien podría estar transitando por el siglo XIX, tal es la asombrosa y rigurosa capacidad del autor para describir, sobre todo, la austeridad del día a día enclaustrado sin interferencias de la ‘vida moderna’ que corrompan su particular status social…  pero que a su vez conforman una existencia multifacética, rebosante de contrastes tremendamente imaginativos, en un mundo maravilloso donde hay mucho pensamiento filosófico, mucha humanidad en su máxima expresión, mucho pecado espiritual y carnal, donde igual podemos rozar la belleza que cubrirnos hasta las cejas con la mugre y decrépita sábana que envuelve todo lo feo del mundo en su más devastadora pobreza… donde habitan los monstruos más terroríficos que hayas conocido jamás (¡mucha atención a la Freak Parade y a ese submundo regido por sus propias leyes!... ah, esa Emperatriz enana y deformada, ¡que momentazos que brinda la muy guarra!), donde una perra amarilla recorre incansable los pasillos de la imaginación en tus pausas lectoras, y te urge a continuar en carrera hasta desfallecer, donde todas las arañas del mundo se confabulan para entretejer esta siniestra novela gótica de terror inmaculado y envolvente, y donde toda una jerárquica organización de sucesos ancestrales guarda en el centro mismo de su pútrida e imperfecta conciencia ese par de secretos inconfesables que ya te contará Humberto Peñaloza: Mudito, para los amigos. Mudito, para todos los habitantes de este prodigioso mundo de fantasía real. Mudito, que ejerce de mutante narrador para el lector que ose perderse entre sus páginas. Mudito también para José Donoso, ajetreada vida la suya, que nos transforma en él mismo, en Mudito Mocoso, que no nos permite hablar -aunque sí escribir, porque Mudito es creador de universos letrados-… que a veces tampoco nos permite escuchar, ni tan siquiera ver lo que ocurre a nuestro alrededor… pero sí que nos da carta libre para leer algo realmente excepcional: esta rotunda, hipnótica y perturbadora a partes iguales, absoluta OBRA MAESTRA.-