Adrià Puntí
tiene etiqueta propia en este blog porque me parece uno de los genios musicales
más incomprendidos de la historia de este país. Ahora que dice que vuelve en
2015 (¡venga, tío, a ver si esta vez no vas de farol!) me voy a permitir un
ejercicio de nostalgia; aunque nunca se fue del todo, lo que pasa es que sus
inmensas dosis de arte son tan minoritarias que sólo unos pocos gourmets nos
permitimos el lujo de seguirles la estela. Mejor así, entiendo perfectamente
que le abrumen las masas. Ha pasado un cuarto de siglo desde ese concierto,
todo tiene un principio, Adrià, también un final… y un volver a empezar. Hoy, con
amago de nevada en la ciudad y chupito de Ballantine’s incluidos, me he
despertado con esta canción:
“Son las
once de la mañana, no me preguntes nada, quieto, es un domingo cualquiera. Me
levanto y voy torcido y tengo mal gusto en la boca, todo lo veo borroso. La
cabeza me va muy despacio, mientras no puedo parar este carámbano de corazón.
Tendré, tendré ... que cambiarme el cerebro. Apenas toca la alarma empiezo a
refunfuñar de aquel despertador, que siempre me suele poner nervioso. Y cada
nuevo rayo brillante me cuesta más dibujar el boceto sencillo de una sonrisa,
¡con lo fácil que salía antes de aquella migaja de nido dulce! Me duele mucho
pensar que el futuro es gris, que se pudrirá haciendo un bostezo. Tú siempre
dices que está casi a punto de llegar. A buena hora vendrás... que ni falta nos
hará volvernos a emborrachar. El tiempo corre, nos está chamuscando, quiero
aguardiente, yo ya no puedo esperar.”
Tema: “Bevent
passant” – Umpah pah
Concert:
Casernes de Girona, 1990
Libre
Traducción al Castellano: Krust