“Descolgó el espejo para poder seguir mejor las etapas de su
transformación, y se quitó toda la ropa. Se quedó completamente desnudo, a
excepción de la peluca que aún conservaba. Cogió la navaja y la crema de
afeitar y se afeitó completamente las piernas, desde los muslos hasta los
tobillos. Se colocó el liguero en torno al talle y se puso las medias, que
enganchó, bien tensas y lisas, en las pequeñas trabillas de caucho. El espejo
reflejó la imagen de sus muslos y del sexo que colgaba entre ellos. Aquello no
le gustó y se lo introdujo entre las piernas para que no se viera. El resultado
era casi perfecto pero, desgraciadamente, se veía obligado a mantener los
muslos apretados y no podía moverse más que a pequeños pasos. Sin embargo,
consiguió ponerse las braguitas transparentes de encaje, cuyo tacto era
infinitamente más agradable que el de los calzoncillos ordinarios. Luego se
puso el sujetador, relleno con los falsos pechos, y después la combinación y el
vestido. Por último se calzó los zapatos de tacón.”
El quimérico inquilino
Roland Topor
Imágenes: Adaptación al cine, dirigida y protagonizada por Roman Polanski
en 1976.
Opinaron sobre la novela: “Una historia de terror realmente actual, tan
estrechamente enrollada sobre sí misma, tan fría, sigilosa y mortal como una
serpiente en la cama” – John Collier