martes, 23 de septiembre de 2014

La psique perturbada por un surrealismo atroz




“Descolgó el espejo para poder seguir mejor las etapas de su transformación, y se quitó toda la ropa. Se quedó completamente desnudo, a excepción de la peluca que aún conservaba. Cogió la navaja y la crema de afeitar y se afeitó completamente las piernas, desde los muslos hasta los tobillos. Se colocó el liguero en torno al talle y se puso las medias, que enganchó, bien tensas y lisas, en las pequeñas trabillas de caucho. El espejo reflejó la imagen de sus muslos y del sexo que colgaba entre ellos. Aquello no le gustó y se lo introdujo entre las piernas para que no se viera. El resultado era casi perfecto pero, desgraciadamente, se veía obligado a mantener los muslos apretados y no podía moverse más que a pequeños pasos. Sin embargo, consiguió ponerse las braguitas transparentes de encaje, cuyo tacto era infinitamente más agradable que el de los calzoncillos ordinarios. Luego se puso el sujetador, relleno con los falsos pechos, y después la combinación y el vestido. Por último se calzó los zapatos de tacón.”

El quimérico inquilino
Roland Topor

Imágenes: Adaptación al cine, dirigida y protagonizada por Roman Polanski en 1976.
Opinaron sobre la novela: “Una historia de terror realmente actual, tan estrechamente enrollada sobre sí misma, tan fría, sigilosa y mortal como una serpiente en la cama” – John Collier