Abdel-Kader
Zaaf era un ciclista argelino que pasó a los anales de esa maravillosa
historieta deportiva que es el Tour de France cuando en la edición de 1950
estuvo a punto de convertirse en el primer africano en ganar una etapa.
Quedaban algo menos de 30 km. para la meta y el tío marchaba escapado en
solitario con una ventaja considerable sobre el resto del pelotón en un día de
calor extremo, cuando por lo visto unos aficionados le ofrecieron un bidón de
refresco que contenía en su interior uno de los mejores vinitos que podían
encontrarse en el mercado vinícola de aquellos años, que sé yo, la bodega en cuestión
nunca trascendió porque no existían los antidoppings, pero pongamos un
Beaujolais cosecha del 48 ligeramente fresquito o algo así. La cosa es que el
caldo hizo tal efecto en el organismo del norteafricano que no se le ocurrió
otra cosa que parar la bici, recostarse en un árbol, y echarse una siestecita
de la que ya despertó demasiado tarde, con el fuera de control en su expediente
de carrera, siendo eliminado al sobrepasar el tiempo reglamentario de llegada a
meta, a la que por lo visto llegó dando bandazos y seseando con la bici. Parece
ser que lo trasladaron al Hospital de Nimes, lugar donde acabó aquella etílica
etapa para él, lo curioso del caso es que escapó a la mañana siguiente tras
recuperarse de la mona y se presentó en la línea de salida… pero no le dejaron tomar
otra pedalada más.
El Tour y
sus putas leyendas. Salvo incidencia mayor, que nunca se sabe, Vincenzo Nibali
traspasará la última raya de gloria en París y conquistará muy merecidamente
esta edición de 2014. Felicidades.-
Foto: Zaaf,
con el pestazo a vinacho, auxiliado por los miembros de su equipo.