28 de julio
de 1914, el Imperio Austrohúngaro declara la guerra a Serbia dando así inicio
al estallido de aquella PRIMERA GUERRA MUNDIAL de la que tal día como hoy se
cumplen 100 años, un puto siglo entero en el que han pasado tantas cosas que,
personalmente, tengo la sensación de que, perdiendo la noción del tiempo real transcurrido
desde entonces como la pierdo ahora, hayan pasado todavía muchas más lunas; en
todo caso no queda tan lejano aquel acontecimiento que, además de llevarse por
delante 20 millones de vidas humanas, cambió de forma brutal y para siempre el
devenir de esta Historia de la que todos formamos parte.
¡No jodas
contándote una batallita a estas alturas!, claro que no, tan sólo hablaré
brevemente de una leyenda que se engendró en aquella Gran Guerra, de la que no
había oído hablar nunca y me ha parecido muy interesante, además si sois supersticiosos
igual os lo pensáis dos veces cuando estéis de farra con los amiguetes porque
la cosa parece ser que ha perdurado hasta nuestros días: Resulta que, entre los
soldados de las trincheras, corrió como la pólvora el rumor de que traía mala
suerte ser el tercero en encender un cigarro, vaya que al que le pasaban lumbre
en tercer lugar lo apodaban ‘Clavo de ataúd’, poca broma si la cerilla se
consumía entre los dedos del compañero y querías encender tu pitillo… o si hoy
te pasan el mechero bronceado en tercera posición. ¿Qué coño es esto se
preguntarán ustedes?, y como todo tiene una razón de ser pues se la contaré
para que tomen buena nota: El francotirador enemigo veía al primero, apuntaba
al segundo… y mandaba al otro barrio al tercero. Así de simple.
Dicen que
jugar con fuego también puede resultar perjudicial para su salud.-