miércoles, 2 de abril de 2014

Hasta que el cortafrío los separe…


Dicen que en París los van a retirar en breve por contaminación ambiental. En el puente Carlos de Praga ya lo están haciendo: unos 40 kilos de amor eterno van a parar a la basura cada quince días. En el puente Milvio de Roma ya no cabe ni un amorcito más… Otras grandes ciudades se supone que se desapuntarán de esta moda en breve. Por lo visto, todo empezó con la novela “Tengo ganas de ti” de Federico Moccia, no la he leído, no, ni ganas.

Una plaga de candados que poco a poco va conquistando el espacio físico e histórico de los puentes, siempre cerca de un río para que los amantes puedan tirar las llaves al eterno discurrir de las aguas; encadenados unos a otros en plena orgía… de amor fluvial, dicen también.-