martes, 24 de septiembre de 2013

Juan Luis Panero (1942-2013)

 
    
Un año después de ya no verte
                                                       Corrido mexicano

                  "Este es el corrido del caballo blanco
             que en un día domingo feliz arrancara"
                                                   José Alfredo Jiménez

 




Olor de solitario y soledad, cama deshecha,
cegados ceniceros en esta tarde de domingo,
helado soplo de noviembre en el cristal
y un vaso medio lleno de cansancio.
Te escribo por hacer algo más inútil aún
que pensar en silencio o imaginar tu voz,
o escuchar una música herida de recuerdos,
o pedir al teléfono un absurdo milagro.
«Este es el corrido del caballo blanco
que en un día domingo feliz arrancara.»
Este es el corrido pero nadie canta
y un muerto con mi nombre, vestido con mis trajes,
me saluda y observa por los cuartos vacíos,
me mira en la distancia como si fuera un niño
y acaricia en sus dedos un rastro de ternura.
Sobre su frente inmóvil va cayendo tu nombre
y humedece sus labios una lluvia perdida.
Olor de soledad y humo de aniversario
mientras busco, dolorosamente trato de recordar,
tus dos ojos insomnes con su vaho de mendigo,
devorando su luz, ahogando su locura.
Tus dos ojos como picos de presa que se clavan
y rasgan y desgarran la piel de nuestro amor.
Soplo de embriagado recuerdo, agria melancolía
rescoldo que tu lengua aún enciende
en estas horas de strip-tease solitario
en que celebro en tu derrota todas las derrotas.
Un año después y tu pelo, tu largo pelo
ardiendo desbocado entre mis manos,
clavado para siempre en esta almohada,
recorriendo esta casa, sus rincones y puertas,
como un viento insaciable que buscase su fin.
Un año después de ya no verte,
definitivamente talando en tu memoria,
qué real sigues siendo, qué difícil herirte.
La sosegada certidumbre de esta mesa en que escribo
puede tener la pasión estremecida de tu piel
y la ropa que el sillón desordena
puede ahora ocultar el temblor de tus pechos.
Sobre tu sexo abierto y tus muslos de arena,
sobre tus manos ciegas que persiguen la noche,
qué triste es el cuchillo, qué aciaga su hoja.
Un muerto con mi nombre y mis uñas mordidas,
un cadáver grotesco, me dicta estas palabras,
me señala en los cuadros, en la pared manchada,
el destino de hoy, de este día cualquiera,
al borde de mi vida, al borde del invierno,
al borde de otro año que empieza con tu ausencia,
al borde de mis ojos y tu voz que ahora escucho.
Un año después de ya no verte,
mientras te escribo, odiando hasta la tinta,
en esta tarde de noviembre, olor de solitario y soledad,
helado soplo en el cristal vacío. Un muerto.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Al margen de la moda social


Nadie conocía a Truffaut, salvo por sus airadas críticas cinéfilas en Cahiers du Cinema, cuando se alzó con el premio al mejor director en el Festival de Cannes de 1959, fue el pistoletazo de salida a la nouvelle vague que después acompañarían otros talentosos cineastas de vanguardia como Jean-Luc Godard y Eric Rohmer. Un cine que primaba la exploración de los detalles emocionales que transmitían sus protagonistas, reduciendo los diálogos a su mínima expresión, y la fuerza de unas imágenes preciosistas, que la cámara captaba con absoluta precisión, en detrimento de la ‘espectacularidad efectista’ del cine de consumo palomitero que llegaría años después y que lamentablemente se mantiene en el candelero; ningún mamporro de los que reparte el musculitos de turno en los actuales productos de consumo duele tanto como los que tuvo que soportar el lomo adolescente de Antoine Doinel. Sin embargo, curiosamente, el espectador de hoy en día se deja abofetear semana tras semana por la novedad de cartelera, pagando religiosamente su entrada y alimentando así una industria que cada día apesta más.
Yo ya no voy al cine, o casi, entre otras cosas porque hasta el mar de butacas me parece artificial.-

"Los cuatrocientos golpes” – François Truffaut (1959)

domingo, 15 de septiembre de 2013

Hasta que llegó su hora


El sheriff Mariano Rajoy, viendo que podría perder su estrella estelada estatal en breve, le escribe una carta al cuatrero independiente Artur Mas –cuatrero por las cuatro barras de sangre, esperemos que no sea necesario que llegue al río-, en ella lo invita a entregar sus armas (básicamente, la voluntad de un pueblo que quiere volar en libertad), respetando el marco jurídico, y le ofrece un “diálogo sin fechas de caducidad que aborde cuestiones de interés general de los españoles”, también le dedica palabras de amor, sencillas y tiernas, que igual fueron escritas por su vicepresidenta, ayudante de turno “Juntos ganamos todos y separados todos perdemos, los vínculos que nos mantienen unidos no pueden desatarse sin enormes costos afectivos, económicos, políticos y sociales”, y de paso le hace un poco la pelotilla para que deponga su actitud y se entregue sin presentar batalla: “Siento un profundo afecto por la sociedad catalana en su conjunto, ejerzamos razonablemente nuestra función como gobernantes democráticos con lealtad hacia los ciudadanos y las instituciones que representamos..” bla, bla, bla…
 
 
Además, la petición igual ni le llega al forajido catalán, ahora ya es demasiado tarde Marianico, ya que la misiva fue enviada a la siguiente dirección: Pina de Sant Jaume, 4., pina dice, ¡collons! ¡Que le quiten la relaxing botella de whisky a la secretaria del sheriff!, fechas de caducidad dice… ¿Independencia para el 2014?, doncs, esclar que sí quan abans millor!!!