miércoles, 14 de agosto de 2013

Oriol Maspons (1928-2013)


Mogollón de años revelando fotos en su estudio del barrio de Gràcia que justo hoy inicia su parranda urbana anual en forma de Fiesta Mayor (iremos un día como cada año, ¿mañana o pasado?, y luego diremos aquello de ¡qué noche la de aquel día!); y vendiendo sus flashes a las mejores revistas del país y también a las  internacionales como Paris Match o Elle…

Esta foto fue tomada en la playa del Somorrostro, con su arena plagada de barracas, antes de que Barcelona se dejara abrazar por el mar, excavadoras mediante. La señorita que aparece en primer plano no es otra que La Chunga, un mito de la época para quien no la conozca, y de la que poco se sabe, ni siquiera cuando nació realmente, aunque eso sí, sigue vivita y coleando.  Oriol siempre andaba por ahí haciendo fotos, por los arrabales del litoral barcelonés, aunque tampoco tenía complejos para retratar a la Gauche Divine de la ciudad en sus alocadas noches. Fueron dos de los temas sobre los que giró el conjunto de su obra, aunque como buen juerguista, por lo visto era un cachondo de tomo y lomo, tampoco le hacía ascos a otros asuntos más faranduleros, y dignos de ser retratados por su cámara: los toros, el flamenco, el cine…

Pocos lo conocían aquí, aunque hasta el mismísimo Moma le hubiera dedicada alguna exposición al otro lado del charco o, entre otros trabajos, hubiera ilustrado el ‘Poeta en Nueva York’ de Federico García Lorca. Le dieron la Creu de Sant Jordi en 2006 y hace poco el MNAC (Museo Nacional d’Art de Catalunya) llegó a un acuerdo para quedarse con su colección particular formada por más de 1.500 fotografías; quiero suponer que ahora las sacarán del ostracismo de algún sótano de archivos y las expondrán como memoria histórica a ese pueblo que fue el que realmente inspiró su trabajo.

La parca no hace vacaciones, no. DEP.-

lunes, 5 de agosto de 2013

Jesús 6º


Tenía muchas ganas de ver este documental musical, y lo cierto es que, por aquellas cosas de la vida, he ido hace un ratito, sólo, bueno con una de esas circunstancias mías que podrían suceder una tarde de lunes de agosto de año fatídico (¡las ganas que tengo de estrenar el 14 no se las puede imaginar nadie…) en vacaciones urbanas; cines Verdi, sala pequeña pero buena entrada, la cinta, de casette o celuloide, lo merece mucho y si no te lo crees vas y lo descubres cuando tengas la oportunidad, o te la pillas en DVD (¡Dígitos veo dígitos at home!) si es que te apetece claro, yo recomiendo que vayas virgen en cuanto a la historia del amigo Rodriguez, lo demás ya te lo contarán ellos, todos los que salen, que para eso… lo hacen gratis.

Sea en Houston con tu problema, en Ciudad del Cabo atando ídems o en el sofá de tu casa, amigo mío, ¡no te pierdas esta jodida OBRA MAESTRA!


No pongo video no, otra foto y arreando. Pasen ustedes un buen verano.-

domingo, 4 de agosto de 2013

Cállese la calle


El primero de los que pringaban, ‘la madre’ lo llamaban, apoyaba la espalda en una pared de alguno de los edificios donde iba a celebrarse el duelo, el resto de su equipo de perdedores se colocaban, agachados en ángulo de 90º, con la cabeza entre las piernas del compañero precedente formando una larga hilera de lomos que se ofrecían generosos al salto triunfal de los contendientes del equipo rival. Pero, esto era un juego, y como tal, debías ser consciente de que podías perder y entonces se invertirían las tornas, así que la cosa estaba clara, ríete mientras puedas porque donde ahora las dan puede que más tarde se las tomarán. El primero del equipo que iba ganando la partida saltaba como un mico de esos del Amazonas, me encantaba abrir fuego cuando me dejaban, cuanto más lejos mejor para dejar espacio al resto de compañeros que saltarían después. Recuerdo que el juego era una mezcla entre un poco de suerte, algo de estrategia y un mucho de aguante sobre todo si te tocaba soportar el peso del gordo de turno en las espaldas, ¡Catacrack! ¡Aguanta, campeón! Ni se te ocurra hundirte delante de la chica que tanto te gusta…
Unos cargaban con el peso del gozo ajeno y otros disfrutaban del poder que suponía desplegarlo a lomos de su adversario: Churro, media manga, mangotero (así se llamaba este juego en mi barrio) ¡Adivina lo que tengo en el puchero! Tenías algo así como un 33.33% de oportunidades de ganar. Casi como en la vida misma, ¿no?

En catalán el juego se llama cavall fort.
En Cantabria se llama ¡Garbancito va!
En Galicia se llama Huevo, pico, araña.
En México se llama Burro Bala.
En Chile se llama Caballo de Bronce.
En francés, Papa vinga.
En inglés, Buck buck.
 

viernes, 2 de agosto de 2013

El bolero del pincel


Acabo de pintar una mesa y unas sillas del balcón. Bueno, barniz para que brille como el rastro que deja una lombriz, tú ya me entiendes. La cosa tiene su qué, claro que música de fondo, sobre todo si tienes algo de cebada enfriando en la nevera y una bocanada de incienso natural quemando en el susodicho asomadero; o sea que todo parece más bonito y placentero. Me voy a quedar con este momento para meterme a gusto en agosto.

No me pagan, lo hago por placer.-