No debería andarme por las ramas y decir lo que pienso en
todo momento, pero la cosa es que resulta complicado hacerlo sin lastimar
involuntariamente a quién me escuche. Mientras encuentro la solución adecuada,
creo que grabaré en la corteza del árbol de esta vida eso que debí haber
pronunciado en su momento y que ahora ya no tiene demasiado sentido proclamar.
En el crepúsculo de mañana es posible que alguien lo lea y así puede que no se
pierda del todo el verdadero significado de esa sentencia amordazada por este
tiempo de perpetuo silencio. Mientras tanto, me fundiré con el espacio e
intentaré formar parte activa de este enrevesado juego de índices y apéndices
al que llamamos… vivir.-