domingo, 29 de abril de 2012

Curro 'Kurt' Savoy, silbador


FUENTE: La Contra de LA VANGUARDIA 26/04/2012

Nació Francisco Rodríguez Muñoz, luego fue Curro, el del puesto de chucherías, y luego Kurt Savoy, el que ponía silbidos en los duelos de las películas del Oeste. Su silbo le llevó un día a actuar en el teatro Olympia de París, "¡el sueño de mi vida!". Y ahora acaba de poner silbidos a una película francesa con Gérard Depardieu y Catherine Deneuve. Aprendió a vestir siempre gorra y camisa negra -"así no se ve la mierda"- en sus giras, y te silba lo que le pidas. Dice Kurt (Currosavoy.com) (Kurtsavoy.es) que silbar combate la apoplejía. Y que existe en Estados Unidos una asociación internacional de silbadores, de la que es presidente de honor. Y ahora él funda otra europea, Siffleurs du Monde.

No se cansa de silbar?
Cada vez que voy a un sitio me piden que silbe...

¿Y qué hace usted?
Silbo al principio, y así luego me dejan cantar.

¿Desde cuándo silba?
Desde siempre. Nadie me enseñó. De niño ya silbaba a las niñas, y luego a las mozas.

Y ya no ha parado.
Sigo silbando, sí. Pero jamás imaginé que un día podría vivir de silbar. Es que todavía no me lo creo... ¡Yo vivo del aire!

¿Hasta qué punto?
Tengo asegurada mi dentadura en 480.000 euros. Pago 7.000 euros al año.

¿Y eso?
Un traumatismo en los dientes alteraría mi capacidad de silbar. Y me gano bien la vida.

¿Qué trabajos le ha permitido silbar?
He silbado para la banda sonora de un centenar de películas. Y para la música de 130 anuncios. Y he grabado 43 discos.

¿Discos de silbidos?
Sí, he silbado los mayores éxitos del jazz (acompañado por un cuarteto), he silbado los villancicos más célebres, he silbado temas populares, éxitos del pop y del rock, del country, del flamenco... ¡Y piezas de música clásica! Esto gusta mucho en Japón.

¿Cuál ha sido su trabajo más célebre?
Mi silbido en las bandas sonoras de westerns musicados por Ennio Morricone: he silbado en El bueno, el feo y el malo, Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio, El hombre de la armónica...

¡Pequeños grandes clásicos del género!
También he silbado algunos temas compuestos por mí mismo, como La diligencia, El gran duelo, El día comenzó...

¿Estudió música?
Cursé estudios en el conservatorio. Me obsesioné tanto con la música que un día olvidé a mi esposa en una gasolinera.

¿Cómo es eso?
Andaba yo abstraído repasando mentalmente compases y armonías, y arranqué el coche después de haberme detenido a repostar gasolina. Ella había bajado al lavabo. Y muchos kilómetros más allá veo que ella no está a mi lado en el coche. Pero como circulaba por autopista, me costó regresar...

¿Cómo le recibió ella?
Nos habíamos casado hacía poco, yo estaba loco por ella..., y me tuvo 14 días sin tocarla. ¡La música casi me cuesta el divorcio!

¿Pudo ablandarla con unos silbiditos?
En casa están hartos de mi silbido, ja, ja...

¿Silba en la ducha?
Y en la cocina... Voy ensayando por casa...

Su mujer es una santa.
Es muy valiente: es torera. Nació en Nimes, ciudad taurina. Se lanzó a la plaza de espontánea en 1970. Luego toreó en Sudamérica.

¿No triunfó?
Por el machismo del mundo taurino.

¿Cómo la conoció?
La vi entrenar en la Casa de Campo, me gustó mucho y la invité a una actuación mía en Madrid. ¡Y vino! Nos enamoramos.

¿Qué tipo de actuación?
Un recital de canciones rock y pop. Yo siempre quise ser cantante y así empecé. ¡La primera guitarra eléctrica de España fue mía!

¿En serio?
Creo que era la primera: la exponía una tienda de música en Madrid, cerca de la portería en la que trabajaba mi madre.

¿En qué trabajaba su madre?
Vendía caramelos y chucherías. Yo la ayudaba. Éramos pobres, pero ella prometió al de la tienda que pagaría la guitarra a plazos.

¿Y empezó a actuar con su guitarra?
Mi padre era albañil y ganaba 20 pesetas al día. Me enteré de que en un concurso de la cadena Ser, con Bobby Deglané, ¡al ganador le daban 20 duros y un bote de Cola Cao!

¿Y participó?
Canté una canción de Elvis, me olvidé de la letra... y rellené el hueco silbando.

¿Y?
¡A todo el mundo le encantó! Y así gané.

Y así empezó a silbar en público.
Mi nombre salió en un luminoso en Cibeles, y mi madre llamó a los vecinos para verlo.

Y empezó a grabar discos.
Una discográfica me dio cita... y me olvidé del día. Pedí perdón, pero me castigaron: ficharon a un chico llamado Mike Ríos.

Miguel Ríos.
Fuimos los primeros rockeros aquí. Por el periodista Tico Medina me llegó una carta de Elvis Presley: quiso conocerme.

No me lo creo.
¡Que sí, que sí! Yo había estado una tarde con Paul Anka: le encantó mi silbido..., ¡y digo yo que se lo debió de comentar a Elvis!

¿Cuál es el truco para silbar bien?
Hacerlo con sentimiento. Sentir la canción. Y tener estilo personal,

¿Qué es lo más raro que ha hecho con su silbido?
Meterme en una jaula con leones, en un circo por Castilla. Allí dentro, yo silbaba para atraer al público. Estaba acojonado, casi no me salía el silbido.

No me extraña.
Fuera había un guarda con rifles, por si me atacaban los leones. Y así conseguí que viniese mucho público.

De todas las canciones que ha silbado, ¿cuál es la que le gusta más silbar?
La canción Over the rainbow, del musical El Mago de Oz.

¿Le han llamado freaky por todo esto?
Bah, yo me gano la vida sin quebraderos de cabeza ¡y divirtiéndome! Silbar me compensa. El resto... me da igual.