martes, 10 de mayo de 2011

Never let me go


Internado de Hailsham, Inglaterra, finales de la década de 1990.

La voz en off de Kathy ejerce de narradora desde el principio en esta arriesgada novela, a través de ella vamos conociendo a todos los alumnos del centro, especialmente a Ruth y Tommy con los que conforma un potente triángulo narrativo, mixtura de chicos y chicas de diferentes edades comprendidas entre los neonatos, que no tienen padres biológicos, ni a su vez podrán tener hijos ya que han sido modernamente esterilizados, y los adolescentes que van formándose a través de las artes infundidas por los profesores (aquí llamados custodios o guardianes) en sus diferentes cursos, “personas normales” en apariencia que conviven en un absorbente clima neoliberal, por ejemplo les está permitido aparearse como gusten, ya que el sexo solo es un complemento más en su educación, pero a su vez les está prohibido leer novelas de Sherlock Holmes por la complicada razón de que entre sus páginas se fuma mucho, ejem!. No es que sean chicos raros o algo así, es que son clones de gentes extrañas que cierto día donaron sus genes a cambio de un puñado de libras, la purria de la sociedad, únicamente creados y concebidos para ejercer de donantes de órganos para toda aquella gente acaudalada que pueda necesitarlos en un futuro. La salud de sus vástagos malditos es lo que realmente le importa a la organización que dirige todo este cotarro. Mientras los yogurines intentan encontrar respuestas al porqué de su existencia con fecha de caducidad en un guiño más que evidente al fascinante ejercicio de Dick y sus ovejas eléctricas y todavía más al de Scott y sus replicantes de Blade Runner, por eso no es de extrañar que la película (que no he visto pero me apetece) haya tenido tan buena acogida entre público y crítica, en lo que puede ser un claro ejemplo de esas raras veces en que la adaptación cinematográfica es mejor que la novela en la que se inspira, en el caso de Ishiguro, considerado uno de los mejores escritores contemporáneos, ejem2!, sería reincidente tras su exitosa “Los restos del día”.
Una historia de terror gótico sostenido la que subyace entre las cuatro paredes de esta particular residencia y los campos que circundan sus paradisíacas instalaciones, tan minimalista en algunos de sus pasajes que se hace ciertamente lento el ritmo y en ocasiones hasta farragoso el discurrir entre sus páginas tan vacías de ciencia y tan sobresaturadas de ficción. Discreto en mi opinión, aunque puedo entender que consiga fascinar a cierto tipo de lector.