jueves, 17 de marzo de 2011

Tunel de lavado

Ah, que momentazo! La cadena de presos condenados a hacer carreteras a perpetuidad lleva años sin ver una mujer más allá de alguna revistilla manoseada que corre por los barracones de prisión. Así que hay que ponerse en situación: Agosto en el estado de Florida, 40 grados a la sombra, esfuerzo físico continuado, sudor de tipos duros pero nobles, un espejismo en forma de mujer que aparece de una cabaña en mitad de ninguna parte, uno en su retorcida soledad pensaría que le ha dado un golpe de calor pero cuando miras a tu alrededor y te das cuenta que los demás también han puesto el ojo en la presa, no se te ocurre otra cosa que… picar más duro la tierra muerta para que quede claro quién es el que la tiene más grande. Siempre fuimos igual de gilipollas, nunca aprendimos a controlar del todo la testosterona, que le vamos a hacer.
Joy Harmon era la chica, posiblemente no te diga nada el nombre, a mí tampoco, de hecho creo que no hizo nada más en el cine, ¿acaso importa realmente como se llame?, la cuestión es si esto es una fantasía erótica masculina, como puede parecer dado lo extremadamente serio de todo el argumento de la película, o por el contrario es una muestra de la incipiente “liberación” de la mujer americana.
Hace tiempo, cuando trabajaba en una oficina tan aburrida como todas las offices, donde éramos 23 tías y solo dos tíos, un día me llamo la atención una libidinosa manifestación femenina ante una ventana (cabe decir que el otro compañero era un poco bastante de la otra acera, por eso no se cortó en asomarse a echar un vistazo, lo cual me parecía muy respetable, no vaya a enfadarse nadie), resulta que abajo curraba un grupo de paletas de esos que revientan la calle cada dos por tres, “Eh, mirad aquel moreno chicas, como el del anuncio de la Coca Cola” dijo la tonta de la subjefa, ya os podéis imaginar el panorama, ¿no?, las formas y los fondos de expresión del grupete en cuestión no tenían nada que envidiar a las que se reproducen a diario en cualquier taberna de barrio entre amiguetes deslenguados…
Esta chica tiene así por encima, unos 20 cokes para ella sola, y ninguno light, hay que tener dos ovarios para salir a lavar el coche en tales circunstancias, ponerse la radio como si nada, y fantasearse (algo así como asearse tomando una Fanta) una aventura de verano. Diría que el “esfuerzo” le ha hecho mojar las braguitas, pero joder! Me temo que no llevaba! Cochina!!!

“La leyenda del indomable” – Stuart Rosenberg (1967)