domingo, 2 de enero de 2011

Atrapados en azul

Suelo leer cosas dispares, sin pensamiento previo sobre lo que toca pero sí sobre lo que apetece, tampoco juicio preconcebido hacia el autor o su obra, vaya, que voy a la biblioteca del barrio, me refugio un rato entre sus rebosantes estanterías (que nunca se pierde el tiempo en un templo de literatura), y salgo cargado de letras para disparar por doquier al tiempo de ocio que me pueda dejar un día cualquiera hasta acribillarlo de gozo y de buena sombra. Todo gratis en estos tiempos de cólera y crisis donde la incultura se mueve como pez en el agua…
Agua de mar, como la que rodea la minúscula isla japonesa de Utajima, donde transcurre la acción, y que impregna todas y cada una de las páginas de este asombroso libro, dejando fragancia a mar en cada capítulo, en cada recodo, hasta romper contra las rocas de los finales consagrados de la historia y deshacerse en la memoria como obra imperecedera, océanos de poética sensibilidad, salobre y azulado lirismo contenido.
Rodeados de una paradisíaca belleza natural, los personajes deambulan por la obra construyendo un retablo marinero, durísimo por momentos en las estrictas condiciones de un pueblo de pescadores que sobrevive alimentándose de ancestrales costumbres, y a la vez profundamente misterioso, como el idílico mar de la vida, en equilibrio perfecto, armonía desmesurada, entre la maravillosa naturaleza que tanto nos empeñamos en destrozar y los insondables secretos del alma humana, tesoros que dejan de ser arcanos aquí y se abren de par en par como regalo para el lector…
Hatsue y Shinji, dos adolescentes llenos de vida y derr-amados en intenso azul, protagonizan una de las más grandes y hermosas historias de amor universal que he tenido la suerte de leer hasta la fecha. Retratados por la pluma de Mishima que escribe con tinta de eternidad. Obra Maestra.-