Título original: Un lieu incertain
Título castellano: Un lugar incierto
Como amante insaciable de la
novela negra, ha sido un placer conocer al comisario J.B. Adamsberg. Un bofia
al que intuyo cincuentón por algunos detalles que asoman entre las páginas del
libro. Separado de su pareja en algún momento de su carrera (gajes del oficio,
claro), tremendamente despistado aunque inteligente -contradictoria virtud o
defecto que corrige su eficiente equipo de trabajo-, sumamente incisivo y buen
profesional nadando a la contra por el corrupto río que desciende, ya viciado,
desde las altas esferas del Sistema. En definitiva, un tipo duro que sabe
disfrazar sus propios sentimientos, que vaya si los tiene, con harapos de
rareza.
Un inicio trepidante: El
hallazgo de una serie de zapatos, tantos como 17, femeninos y masculinos de
diversas tallas y épocas, aparecen súbitamente a las puertas de Highgate (tenebroso
cementerio de las afueras de Londres, donde yacen ilustres personajes de la
talla de Charles Dickens o Karl Max entre otros…), perfectamente alineados en
fila india. Hasta aquí nada de extraño, a no ser porque los pares de zapatos no
están vacíos, sino que los calzan sus correspondientes pies en el
interior. Calcetines sudados para los hombres y medias de rogar para las
mujeres, todos cercenados a la altura del tobillo. Huesitos y tendones en
perfecto estado de conservación asomando entre las costuras y tiñendo de rojo
los bordillos de la acera de entrada al camposanto. Echen cuentas y verán que les
salen 8 personas que “caminan” descalzas por el sendero del otro barrio…
Eh! Que son nueve los muertos,
¿o es que no saben contar?, 17 zapatos en stock…
Un nudo central trepidante, con
Adamsberg y su troupe de polizontes franceses (mención especial para su
ayudante Danglard, tremendo el personaje), recorriendo media Europa para
completar la investigación del caso, con parada final en Kisilova (Serbia). Es
aquí donde acontece la que para un servidor es la parte más interesante de la
novela; hasta llegar a un incierto final, nunca mejor dicho. Golpes de efecto y
un caleidoscopio de coincidencias consiguen realzar el peso y la intriga de la
historia, que sin duda marcará futuras novelas de la saga Adamsberg, imagino, con
una resolución tan impactante como esta.
Fred Vargas (París, 1957) está considerada la reina de la novela negra
francesa. Sí, la autora es una mujer, a pesar de que su asexuado nombre de pila
pueda inducir a engaño. Esta es su 10ª incursión en la novela negra, con lo
cual presenta en sus credenciales el suficiente rodaje como para que su personaje
principal, Adamsberg, no pase desapercibido entre el extenso elenco de policías
literarios existente, cada país tiene o tuvo en el pasado el suyo entre los
aspirantes a la posteridad como bien sabemos.
¿El misterio de los pies cortados?
Ah, me temo que el lector tendrá que recorrer océanos de páginas (326 del ala)
para encontrarlo.
Foto: Cementerio de Betlan (Lleida) – Vall d´Aran. Krust (2010)
Recomendación: Una página web muy interesante dedicada a los libros donde va a reposar este post y otros sobre libros, además de en este blog, por si a alguien le interesa: entrelectores.com