El argumento de esta novela es bien sencillo pero contiene todo un mundo de sensaciones por descubrir en su interior: Helen es una escritora de sesenta y pocos años, una mujer moderna e independiente con un carácter muy especial, que prepara su cuarto de invitados para recibir a una amiga de las de verdad, esas admirables amistades femeninas que perduran durante décadas... Nicola, tan autosuficiente y liberal como ella, que viene a pasar tres semanas instalada en su casa, mientras se somete a un tratamiento contra su grave enfermedad. Vamos a pasar con ellas estos veintiún días, con sus consiguientes e interminables noches, mientras unos pocos personajes secundarios (tan ajustadas sus apariciones en escena que apenas podemos rozarles o cogerles de la mano en confianza) nos insuflan un poquito de brisa mundana.
Últimamente la vida me está enseñando (agradezco mucho a Helen su lección también) como tratar a las personas con necesidades afectivas extremas, ya sean mayores, jóvenes o de mediana edad, cuidando hasta el extremo cualquier detalle que pueda brindarles un momento de felicidad, a la vez que me retroalimenta con unas experiencias tan enriquecedoras que uno hasta se avergüenza de que le paguen por ello (aunque lo que realmente me enoja es como funciona el sistema ante estas carencias sociales, pero eso ya es otra historia…); intentando siempre hacerlo un poquito mejor, buscando el sentido real de la palabra empatía, mientras se intenta arrancarle una sonrisa al destino, encauzando el bienestar de quién lo necesite hacia un sendero inexplorado y burlando en una esquina cualquiera del presente a esa estampa negra con guadaña que quizás llegó demasiado pronto a nuestro encuentro, y marchó indignada con el plantón rabioso de la amante despechada…
Este libro es ante todo un ejercicio de autoconocimiento para cualquier lector, un didáctico manual de supervivencia ante el dolor, que a la vez resulta tan divertido y conmovedor que parece increíble que pueda tratar un tema tan espinoso con tanta nitidez que hasta el espejo del alma se parte en mil pedazos cuando la auténtica verdad de una extraña culpa se refleja en su frágil cuerpo de cristal.-