viernes, 24 de septiembre de 2010

Fénix de los Ingenios


Después de una semana durilla de pelar, de esas que el Año Cualquiera (por ponerle un nombre a este 2010 tan crítico en su generalidad) nos suele reservar de tanto en cuando, nada mejor que escaparse al cine, comprar un billete de ida hacia la oscuridad del patio de butacas correspondiente, relajarse, ponerse cómodo y dejar que te cuenten una historia. Otras personas, otras vidas, otros escenarios, otras épocas, otros asuntos…

Centrada en un episodio de juventud de Félix Lope de Vega y Carpio (reconozco que desconocía el nombre de pila y el segundo apellido, cosas del iletrado firmante, ya me van a perdonar), poeta, novelista y dramaturgo cuyos textos todavía se siguen representando en esos teatros de dios; en fin, un tío que escribió tanto y por lo visto tan bien que está considerado uno de los autores más grandes de la literatura universal, además vivió tantos años (73, que no son moco de pavo para el siglo XVI) que además de escribir más de 3.000 sonetos, entre otras grandes obras, tuvo tiempo para inseminar 14 hijos… y para vivir una vida tan radical como asombrosa, tan rebelde como fascinante. Cosas de poetas, poco más que decir al respecto…
Partiendo de la base de que la película me ha gustado más de lo que esperaba, y eso es un tanto que le debo a quién le tocaba escoger rebuscando entre las sorpresas de la cartelera (Jo! Yo quería ver “El gran Vázquez”, que me temo que es otra historia :-); dejar constancia de algunos de sus errores: el tercio final demasiado acelerado y pelín edulcorado, la oportunidad desperdiciada por el director de enfrentar en alguna escena el tête à tête que podían haberle proporcionado dos excelentes actrices como son Pilar López de Ayala (con las tablas de “Juana la Loca” en su currículum) y sobretodo Leonor Watling (que merece capítulo, y soneto, aparte, y con la que concluiré este post), tampoco me convence el Lope que interpreta Alberto Ammann que vuelve a repetir los mismos errores que ya le descubrí en “Celda 211”: es decir un trabajo actoral más que correcto (estupendo en las escenas de capa y espada) estropeado por una espantosa dicción vacía de emoción, y es que si a un actor ya se le supone que tiene que transmitir con la modulación de la voz, cuando el personaje a interpretar es un poeta, más que hablar debería declamar, darle sentido a cada palabra que surge de su boca, aunque el chico le pone ganas, eso está fuera de toda duda, pero no es suficiente en mi opinión…
Y por supuesto de sus aciertos: Una pulcra y fidedigna recreación del Madrid de la época (también destacar la localización de Lisboa en su parte final) con sus calles, sus gentes y esos teatros de entonces tan asombrosos, ya sea en el patio de butacas, palcos privados, o en la trastienda de las bambalinas. Secundarios de lujazo que vuelven a bordar una vez más su trabajo y que sostienen el conjunto con firme presencia: Juan Diego (Tan monstruosamente bueno como siempre), Luís Tosar (Ídem), Antonio Dechent, Antonio de la Torre…
Y como lo prometido es deuda, alabar la inmensa interpretación de la señorita Leonor Watling (cuyo noviete Jorge Drexler añade una interesante canción a la BSO), sencillamente magistral dando vida a Isabel de Urbina que es uno de esos personajes femeninos que no deja indiferente a los hombres buenos. Tremenda. A la espera de ver el trabajo de otras actrices a lo largo del año espero que como mínimo la nominen a los próximos Goya en mi apartado favorito, ya veremos, porque se lo merece con creces.
Por lo demás, una peli jodidamente irregular pero interesante. Tu mism@.-

sábado, 18 de septiembre de 2010

· Encerrado en tu rincón ·


Cuando el agua fría que sale por el teléfono de ducha de un sórdido gimnasio refresca tu smoking de piel y arrastra hasta el sumidero toda esa asquerosa aura de perdedor que un tiempo incierto te ha colgado en la chaveta de saldo, empiezas a sentirte mejor. Incluso tienes ojos para los amigos que no pegan duro; ánimos para conquistar a las mujeres que saben curar las heridas, y también para dejar que los rayos de sol te sequen la estampa con una caricia de luminosa mañana antes de agobiarte con una tunda de sofocante ardor en las entrañas perladas con sudor de alta graduación.
Una historia de perdedores que merecería figurar en esos listados de grandes películas de siempre, y que muy pocos de los que entienden de esto se acuerdan de incluir.
La cosa empieza con esta canción que se titula “Help me make it through the night”, y la interpreta Kris Kristofferson, aunque tendrás que aguantar hasta el minuto 3, mientras sus notas te golpean las bajas pasiones, para escuchar su estupenda voz, y después, si quieres, seguir avanzando por las calles de esta ciudad, acompañando a Ernie y Tully a dar un garbeo por la derrota, hasta uno de esos finales que no vas a olvidar en la vida, si es que no tiras la toalla antes de que suene la campana que cierra esta gran película, claro.-
"Fat City" - John Huston (1972)

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Campanilla a medianoche


Yo creo que esta historia le fascina a todo el mundo, y cada mundillo lo interpretará a su bola de mapamundi, por lo tanto esto es un cuento universal del escritor escocés James Matthew Barrie, con nombre de whisky, que te hace volar a tu ritmo y hasta donde quieras o te dejen soltarte.
Aquí Bunbury interpreta un poema de Leopoldo M. Panero en un concierto mítico acontecido en la clausurada sala de conciertos La Paloma de Barcelona, hace algunos años, tantos que Peter todavía anda buscándole un sentido a su existencia.-

lunes, 13 de septiembre de 2010

Metralla en los ojos


Este es un libro de aquellos capaz de transportarte a episodios desconocidos de nuestra historia reciente, aunque creamos que la posguerra civil española aconteció hace siglos por esa insana manía que tenemos de enterrar en el olvido todo aquello que duele recordar; pero si te montas en la máquina del tiempo y te das un garbeo por el periodo comprendido entre 1939 y 1942, verás que el cuentakilómetros solo te indica 68 años hasta hoy; y ahora que empezamos a contar las generaciones por siglos deberíamos ser conscientes de que no ha transcurrido tanto tiempo desde aquellas historias reales que contaban nuestros abuelos con formato de batallita mientras mamá les reprochaba que nos obligaran a tomar la apetitosa sopa de la experiencia.
Siempre con la voz baja y pausada del que daría su vida por los nietos-ideales pero nunca por la patria, mirando a hurtadillas a ambos lados por si venían los malos y reclinando la espalda en cualquier pared para protegerse de los cobardes que atacan por detrás. Porque siempre da miedo que alguien sepa que sabes de lo que hablas, que tienes información valiosa escondida tras la dignidad de la careta asignada, que puedes ser capaz de hablar con la propiedad que siempre da la verdad en tiempos revueltos, que siempre son, ayer y hoy, de… silencio.
Este es un libro subdividido en cuatro historias, donde el autor consigue ponerte la gallina de piel, una la robas si puedes de algún corral mientras observas como se te eriza la otra al filo de una madrugada helada e incierta de supervivencia. Brillante, la manera que tiene Alberto Méndez de cohesionarlas en un solo mundo de ausencia cruel con un ejercicio de estilo diferente para cada uno de los protagonistas de su cuarteto narrador: Un capitán del ejército franquista, un poeta adolescente, un preso en la cárcel de Porlier que habla con el idioma de los muertos, y un siervo de dios que te va a enseñar de una puta vez como las gastaba el fascismo apostólico de los vencedores… por si tu abuelo quiso saltarse este capítulo para no herir tu inocente sensibilidad. Tremendo.-

sábado, 11 de septiembre de 2010

Todos los fuegos el fuego

Terry Jones, el pitón

El galés Terry Jones es uno de los miembros de Monty Python. Dirigió La vida de Brian, Los caballeros de la mesa cuadrada y El sentido de la vida, donde –entre otras cosas– interpreta al excepcional gordo que en el restaurante se hincha a comer y a vomitar, hasta que revienta. Bueno, pues a Terry Jones le ha salido un homónimo no menos interesante. Es americano y ejerce como líder de una Iglesia cristiana radicada en Florida, que básicamente dedica sus esfuerzos a luchar contra el islam y los homosexuales. Para hoy, 11 de septiembre, este Terry Jones ha convocado a sus fieles –una cincuentena– a quemar coranes en público, en conmemoración de los ataques de Al Qaeda de hace nueve años. El clamor internacional contra su iniciativa –por el peligro que supondría para los soldados destacados en Pakistán o Afganistán– incluía incluso a la Interpol, que dictó una alerta global en prevención de que la quema desencadenase atentados contra el mundo democrático. Anteayer Jones empezó a decir que se lo replantearía si Obama o el Pentágono se lo pedían. El secretario de Defensa se puso en contacto con él y le pidió exactamente eso, pero cuando escribo esto aún no se sabe a ciencia cierta si Jones ha decidido finalmente quemar coranes hoy o no.

Terry Jones, el tonto

Desde antes de que Ray Bradbury publicase Fahrenheit 451 hay gran prevención contra la quema de libros. Se supone que es cosa de nazis e inquisidores. Pero ¿acaso es peor que destrozarlos y tirarlos a la papelera? A lo largo de la vida he metido en los contenedores de basura miles de libros que no me interesaban y no me siento nazi por ello. Agradeceré eternamente a Vázquez Montalbán que Pepe Carvalho utilice siempre un libro para encender la chimenea, costumbre que imito cuando me toca encender una. Pero es evidente que lo de quemar cosas ofende mucho. Banderas, por ejemplo. En cambio, en junio, la Asociación de Librepensadores de Helsinki organizó en una céntrica plaza de la ciudad un acto en el que cambiaban ejemplares de la Biblia y el Corán por revistas porno. Tú llevabas una Biblia o un Corán, se lo dabas, y ellos, a cambio, te entregaban una revista porno. Según la nota de la agencia Efe que dio aquí cuenta del hecho, la iniciativa pretendía "criticar la actitud negativa del cristianismo y el islam hacia la sexualidad y ofrecer una alternativa saludable a la literatura religiosa". Los organizadores explicaron que las biblias y los coranes que recogieron los tiraron a un contenedor de papel. Visto que, cuando lo de Helsinki en junio, apenas nadie se quejó, queda claro que, para ultrajar al Corán de forma que tenga repercusión mediática, es mucho mejor quemar ejemplares que cambiarlos por revistas porno para, luego, triturarlos hasta convertirlos en pasta de papel con la que imprimir nuevas revistas o novelas marranas. No deja de ser una incongruencia, francamente.

Autor: Quim Monzó
Fuente: La Vanguardia - 11/09/10

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Melenudos

Dicen que el Rock también ha cumplido medio siglo, míralo que bien se conserva el mozo!, leo en la revista musical Rolling Stone que los críticos musicales y colaboradores han confeccionado una lista de Schindler con los que según ellos son lo 50 grupos más grandes de la historia. 50 novias para 50 hermanos, todo tan redondito como un disco de vinilo, con algunos surcos y demenciales estrías entre sus pistas en mi opinión… en fin, que también votan los lectores y seguidores a través del feisbuktuiter de marras (Jo!, todo el mundo tiene de eso menos yo!), o en la página web de la revista www.rollingstone.es
En fin, ahí va el emocionante ranking, espero que tu equipo esté bien situado en la clasificación general, y si no aparece que sepas que eres un aficionado de 2ª.-

1. The Beatles
2. The Rolling Stones
3. U2
4. Pink Floyd
5. Led Zeppelin
6. The Who
7. Radiohead
8. Nirvana
9. The Velvet Underground
10. The Doors
11. The Clash
12. The Byrds
13. Oasis
14. The Beach Boys
15. The Smiths
16. The Police
17. R.E.M.
18. Depeche Mode
19. T Rex
20. Queen
21. Joy Division
22. The Strokes
23. Talking Heads
24. The Kinks
25. Metallica
26. Wilco
27. Pearl Jam
28. Guns N`Roses
29. The Band
30. Deep Purple
31. Arcade Fire
32. Genesis
33. Sly Stone
34. Stone Roses
35. Crosby, Stills, Nash & Young
36. Kraftwerk
37. AC/DC
38. The Cure
39. Black Sabbath
40. Sex Pistols
41. Sonic Youth
42. Primal Scream
43. Ramones
44. Public Enemy
45. Allman Brothers
46. Cream
47. Creedance Clearwater Revival
48. Red Hot Chili Peppers
49. Dire Straits
50. Franz Ferdinand

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Oh, my god! ¿Quiénes serán estos bichos del video que no salen en la lista?

domingo, 5 de septiembre de 2010

· Knock out ·

Esta es la historia de una medalla de oro de las muchas que se entregan cada cuatro años en unos Juegos Olímpicos, cada uno de esos trozos de metal que consiguen ganar deportistas de cualquier especialidad tiene su propia leyenda grabada en el dorso de la memoria de la humanidad, porque esas mujeres y hombres que inclinan el cuello para recibir noblemente el peso de la gloria nos representan como coetáneos que vamos pasando por la vida, creciendo a su lado, en un momento puntual de la historia, ídolos de carne y hueso que marcan la evolución de la especie vista desde el prisma del espíritu deportivo. Hoy descubrí este retal de leyenda que gustosamente comparto con quién pudiera interesarle, hoy voy a contaros un cuento real que empezó hace muuuuchos años con el nacimiento de un niño negro a orillas del Mississippi.
5 de septiembre de 1960, JJ.OO. Roma, justo hoy se cumplen 50 años (como yo no había nacido aún, agradezco al Sr. Joaquín Luna que me lo haya contado desde un recorte de prensa de La Vanguardia, aunque me voy a permitir la licencia para pelear el texto a mi manera después de la propia investigación personal que me he currado); Cassius Clay era entonces poco menos que un mono de Louisville que acababa de cumplir los 18 años y que cruzaba el charco con su nombre de esclavo cosido en el chándal, al que metieron en un avión atado junto a su bolsa de deportes y un pánico patológico a volar que hizo que llevara puesto durante todo el viaje un paracaídas del ejercito de segunda mano. Tras las preceptivas rondas previas, un durísimo rival se cruzó en su camino: Shatkov era el ruso que representaba a su país en plena guerra fría, además de tener un historial brutal de victorias era el actual campeón olímpico, medalla de oro en 1956… cuentan las crónicas que el muchacho negro le dio una tunda de cuidado.
En la ansiada final de los pesos semipesados le esperaba el polaco Pietrzykowsky, que no era un pelele ni mucho menos, con un currículum tan largo como su apellido y una tarjeta de visita de 231 peleas – 0 derrotas. Fue un combate agónico en que Clay ganó a los puntos, y donde a pesar de no conseguir noquear al rival sumó una ventaja lo suficientemente holgada como para asegurarse el oro sin ninguna discusión.
Pero sigamos con la historia de la medalla, el 10 de septiembre de 1960 fue recibido como un héroe, con toda esa parafernalia tan made in USA que conocemos de las pelis o sea banderitas de barras y estrellas, cartelitos de bienvenida a la puerta de casa, hasta el mismísimo alcalde se rebajó a hacerle el paripé para impresionar a unas visitas recibiéndolo en el ayuntamiento…, todo era tan bonito que el chico creyó vivir un cuento de hadas.
Si vale, pero ¿y la medalla? Seguro que si habéis aguantado hasta aquí ya tenéis ganas de conocer el final de la historia. Pues vale, ya va siendo hora de contarlo…
Al salir del ayuntamiento Cassius fue a cenar con un amigo negro.
- Dos hamburguesas y dos batidos de vainilla, por favor.
La camarera se negó, ¿os imagináis a la moza, tan rubia como inculta? Yo sí, parece que la este viendo con sus calcetines blancos y la faldita rosa de provinciana manchada de café barato…
Clay tragó saliva e intentó adaptarse al injusto sistema por última vez en su vida.
- Soy Cassius Clay, el campeón olímpico-
Siempre atento a lo que ocurría en su local, atronó desde el fondo la voz del patrón, quién se acercó a la barra, sin tocar con sus manos grasientas a los dos amigos pero conminándoles con la punta del palo que portaba a que se dirigieran a la puerta.
- ¡Me importa un pito quien seas, aquí no servimos a niggers! (despectivamente, negros)

Clay rechazó la sugerencia de su amigo, Ronnie King, de ir a denunciar el hecho al Club de fortunas locales: 10 empresarios, todos blancos, que acababan de crear un consorcio para llevar al muchacho a lo más alto del boxeo profesional, unos ponen la cara para que se la rompan y otros ponen el cazo para llenarlo de dólares, claro, que no olvidemos que estamos en la tierra de las oportunidades. Por el contrario, mientras cruzaban un puente, Cassius agarró con fuerza la medalla y la arrojó con infinita rabia a las oscuras aguas del río Ohio. Este fue el principio de su rebeldía, se cambió el nombre por el de Muhammad Alí y fue arrestado por negarse a participar en la barbarie de Vietnam, como castigo pasó tres años y medio sin poder boxear, pero pasada la purga consiguió cumplir su sueño con la única ayuda de sus propios puños mientras la mitad de América rogaba, deseaba, con todas sus fuerzas verlo noqueado en cada pelea, besando la lona de los apaleados.
El 3 de agosto de 1996, durante los juegos de Atlanta, el impresentable José Antonio Samaranch volvió a colgarle una medalla simbólica, “aquella desaparecida en extrañas circunstancias…” intentaron tergiversar la historia, a un Alí gravemente enfermo de Parkinson que volvió a bajar el cuello dignamente, con el mismo orgullo con que lo hizo en Roma. Lo lamentable del parche fue que la ceremonia de entrega se hizo durante la media parte de la final olímpica de baloncesto!!!, exigencias televisivas, supongo, los millones de telespectadores lógicamente no vimos esto aunque si tuvimos que chuparnos los im-pertinentes anuncios de TV… mientras el respetable que llenaba el pabellón de basket sorbía cocacolas, mascaba palomitas y se recreaba en intentar discernir esos oscuros secretos que esconden bajo el pliso de las minifaldas las nenas Chearleaders. ¿No hubiera sido más bonito intentar reparar el error histórico sobre un cuadrilátero de boxeo?, por lo visto no, quizás hubiera sido un golpe demasiado duro al sueño americano.-

viernes, 3 de septiembre de 2010

Aupa!


Que una imagen vale más que mil palabras es cosa bien sabida, esta lamentable historia ocurrió este mismo año 2010 del Siglo XXI en Hamburgo (Alemania), horas antes de la celebración de la final de la Europa League entre los equipos del At. Madrid (España) y el Fulham F.C. (Inglaterra), para la historia quedará que ganaron los primeros por 2-1, mientras estos videos los intentaremos deglutir con cara de póker y los escupiremos al saco del olvido, porque somos así de imbéciles…
El circo mediático del fútbol tiene estas cosas, desde periodistas de medio pelo que medran del noble arte del espíritu deportivo hasta legiones de borregos forofos, multicolores mestizos de cualquier es-Cuadra, que esconden su propia inseguridad bajo el escudo de turno cosido al pecho de la manada.
Este sujeto dejó en su momento la privacidad que otorga la alcachofa de una emisora de radio, siempre a su Ser-vicio, para hacerse estrellita brillante bajo los focos de una cadena Cuatrera de TV, que creo sigue aplaudiendo sus gracias junto al equipo periodístico conocido como “Los Manolos”, sin comentarios tú, alabando entre otras cosas los recientes éxitos de la roja… la cara de ese color, de vergüenza ajena, se me pone a mí como seguidor de un equipo cualquiera de fútbol. ¿Seguidor?, no, mejor dicho aficionado, observador, resistente a dejarme atrapar por el boomerang del caótico bombardeo balompédico, jugando a la contra… y echando balones fuera. ¿Cualquier estrategia es buena en pos de la victoria? Definitavamente, no, aprendamos a saber perder.
A veces un bebedero para perros con 2 euros de comprensión en el fondo puede resultar más digno que una gran copa de inculto veneno… servida en bandeja de plata.-