jueves, 29 de julio de 2010

Skato Lógicum


Esta es una película extraña, empezando por su enrevesado argumento (un niño de imaginación desbordante que inventa un mundo paralelo imaginario para huir de la cruda realidad que le ha tocado en suerte lidiar como proceso vital); y terminando por un surrealista conjunto de elementos que consiguen transmitir sensaciones perdidas en la memoria e implicarte en las aventuras y desventuras de este mocoso que lucha por encontrar su lugar en un mundo que le pondrá toda una serie de obstáculos “insalvables” en su agónica carrera por hacerse mayor…
“Porque sueño, yo no lo estoy”, esta frase que Léolo se repite constantemente para conseguir respirar algo de aire puro en el viciado mundo que le rodea se refiere a la locura que transita por los genes de todos los miembros de su familia sin excepción (muy interesantes los personajes del hermano mayor, los padres, hermanas y abuelo, que generan otras tantas mini-historias dentro del relato principal)… Mientras tanto nuestro Léolo continúa creciendo y viviendo la virtualidad de una segunda existencia, ¿cómo se pueden vivir dos vidas a la vez, queriéndolas a la manera del bolero… y no estar loco?, rodeado de otra serie de personajes ajenos al clan familiar muy importantes en el desarrollo de la historia, especialmente “El domador de palabras”: un tío que se dedica a rebuscar en los cubos de basura de la humilde casa de los Lozzone en Montreal para recoger los pedazos arrugados de cuartillas de papel donde Léolo d-escribe con una sinceridad brutal todas sus inquietudes a modo de diario, para después recopilarlas en una especie de libro maldito escrito por el chaval (el es la excesiva, por lo recurrente, voz en off que nos guía a través de la película); además de Bianca, la vecina siciliana de la que está secretamente enamorado, y eso en los chicos adolescentes siempre marca… y mucho.
En una tarde pegajosa de verano, haciendo uso de aparatejos como el DVD o el ventilador (air conditioned, no gracias!), y caprichitos como el agua fresquita tomada a morro y frutos secos (en casa sí, en el cine no), acabo de ver esta rareza que tenía pendiente por diversos motivos, sobretodo esas conversaciones cinéfilas entre aficionados en que aparecía el tema y no podía opinar al no haberla visto todavía.
Curiosa, bien interpretada en general (que importante es que un niño se haga creíble cuando es el prota de la historia), imaginativa sin llegar a fascinar a la manera de pongamos Jeunet (he dicho!), se pasa un buen rato viajando hacia atrás hacia aquel momento en que dejamos de ser niños perdidos. Sí, me parece una película muy masculina, por lo tanto noble e… inocente.
Tom Waits firma una gran BSO que contiene músicas de todo el mundo, poco más que añadir. El malogrado Jean-Claude Lauzon dirige con algún que otro titubeo, en mi opinión, un guión también escrito por él y que, eso sí, me parece muy ingenioso. Recomendable sobre todo en lo visual, donde es una auténtica caja de sorpresas. Ábrela!