martes, 15 de junio de 2010

Papea o revienta

Pierre Arthens está a punto de irse al otro barrio, en pocas palabras el tipo es un cerdo asqueroso y purulento que hace la vida imposible a quién tiene la desgracia de formar parte de su círculo íntimo familiar, pero a la vez está considerado el mejor crítico gastronómico del mundo, no hay plato conocido que resista su excelsa opinión escrita, y con ella la etiqueta que van a lucir, en su chistera blanca y alargada, los más prestigiosos chefs del planeta, de cuyas manos en los fogones van a disfrutar aquellos comensales, que también comeránazúcar (Einggggg! Error) de ambrosía culinaria servida en bandeja de bronceada plata. El oro siempre será el recuerdo de un sabor perdido en el tiempo.
Esta primera novela de la señorita Barbery destila entre sus líneas una irresistible calidad literaria, macerada en horno uterino, que después degustarán una pequeña legión de lectores en su elegante rizo al erizo que pinchaba las paredes insonorizadas de los inmuebles de la finca de la calle Grenelle, 7 – París (Japón). Aquí también aparece ese edificio aunque todo suceda en el interior de un solo apartamento, desde la cama donde yace postrado el futuro difunto hasta las estancias del recuerdo que ha dejado entre los afiliados a su causa vital la cosecha de una herencia de quilates.
Delicioso y delicado manjar esta corta novelita que nos sirve la debutante Muriel, con un final tan redondo como el agujero de un estómago hambriento, me ha dejado un grato sabor a magia. Muérdelo. -