viernes, 2 de abril de 2010

A poca elipsis, mucho now!

Vayamos al grano, que hoy es viernes santo, he consumido la mañana contemplando el mar desde una roca, finiquitando esta lectura, y la tarde espatarrado en el sofá sufriendo por la libertad con el “Espartaco” de Kubrick en la TV1 sin interrupciones, así del tirón, además no tengo demasiadas ganas de escribir todo hay que decirlo, aunque sí una terrible necesidad de intentar plasmar en unas pocas líneas mi opinión sobre este libro, que en un vistazo rápido al Google para tomar prestadas un par de fotos que servirán para ilustrar esta breve reseña, me ha abierto un buen montón de opiniones de otros bloguers, que pienso investigar una vez este escrito haya sido crucificado en la virtualidad de la red, curiosidad por empatizar con amigos desconocidos, supongo…
David Monteagudo, escritor gallego afincado en Catalunya, trabaja en una fábrica de cartones en Vilafranca del Penedés, buen zumo de uva espumosa por aquella zona, en sus ratos libres escribe libros como hobby personal, una decena finalizados, lo cual posiblemente le permita encarar su futuro sentado ante la máquina de escribir moderna que es el ordenador, si por lo que parece tanto público como crítica desean que así sea.
Debuta con más de 40 años con esta novela, que fue rechazada por muchas editoriales antes de que alguien, una modesta editorial como Acantilado, apostara seriamente por él, en una de esas sorpresas que el mundo de la literatura deja caer de vez en cuando a quién rastrea el mundo de las letras en busca de calidad…
No he leído todavía “La carretera” de Cormac Mc.Carthy, tampoco he visto la peli, pero conozco lo suficiente sobre la trama para enseguida encontrar puntos de conexión con esta novela, aunque supongo que también divergencias, así que como todas las comparaciones son odiosas, prefiero buscar y si encuentro algo mejor… leerlo.
Este es de ese tipo de libros que resulta difícil comentar sin que se te escape alguno de sus interesantes giros argumentales, que los tiene, o destapar algún intríngulis que podrá sorprender a futuros lectores, así que me limitaré a dejar abierta la puerta de la imaginación a quién se embarque en este viaje hacia lo desconocido con la pandilla de protagonistas.
La historia, desde el punto de partida en el que aceptas la invitación a leerlo, nos cuenta como un antiguo grupo de colegas adolescentes vuelve a reunirse 25 años después, un cuarto de siglo + la edad del pavo = cuarentones como el propio autor, en un refugio de montaña con el pretexto de pasar un fin de semana todos juntos y contarse como les ha ido la vida y tal, mientras observan las estrellas que titilan en la noche oscura del hacerse mayor, preparan su cenita, ponen su musiquita, e intentan hacer entender al compañero que la pasada vía láctea que sigue brillando allá arriba no es nada comparada con el fulgor del camino de rosas que han recorrido hasta el presente, lo que no saben ninguna de las 5 chicas y los 4 chicos que comparecen es que el futuro aún está por red(escribir), je!, ahhh… yo no me apuntaba seguro a una movida de esas, y es que pienso que cuando el tiempo ha pasado, y por la circunstancia que sea, no has conservado la amistad con la gente que pasó por tu vida, es preferible dejar que la memoria las convierta inexorablemente en olvido…
Siguiendo el hilo metafísico que desprende todo lo que acontece entre sus páginas, y sumergiéndote en la vida privada de cada uno de sus nueve protagonistas, como diría el lobo feroz: “para conocerte mejoooooor”, vamos haciendo camino junto a ellos desde nuestra privilegiada posición de lector-espectador, hasta ese fin que da título a la obra, y que a mí, dejemos constancia por escrito, me ha gustado mucho. Interesante.-


This is the end, beautiful friend
This is the end, my only friend
The end of our elaborate plans
The end of everything that stands
The end...
..................... Jim Morrison