miércoles, 24 de marzo de 2010

En una taberna portuaria

Si alguna institución se decidiera a recuperar el antiguo oficio de farero, solicitando un loco acreditado para trabajar como oficial atmosférico, e insertara un anuncio por palabras en una botella vacía de añejo whisky escocés, lanzándola al mar de nuestra confusión, yo la recogería en la última playa de mi oscuridad.
Si solicitaran formación adecuada para cubrir el puesto diría que soy capaz de contar las gotas de lluvia exactas que se aproximan por lontananza, descifrar el significado de las nubes leyendo sus caprichosas formas e incluso inventaría nuevos senderos de navegación basados en la inexorable posición de las estrellas.
Además prometería estar siempre atento a la llegada a puerto de alguna esperanza perdida y juraría solemnemente mirar hacia otro lado con mi haz de luz cuando algún barco pirata surcara las costas de mi puesto de mando.


Arrecifes aquí y allá, Carlos Goñi es el líder del grupo Revolver e invita a cantarse un fado en forma de taza caliente de café al camaleón Bunbury, entre instrumentos de viento en calma y de cuerda maroma con sabor a sal. Una hermosa rareza que a mí me recuerda vagamente a la trágica Penélope de Serrat… varada entre algas. Próximo embarcadero: Lisboa.