domingo, 14 de febrero de 2010

La mano derecha de Dios

Situación: 1913, víspera del inicio de la I guerra mundial. Localización: un pequeño pueblo del norte de Alemania. Objetivo: Radiografiar la psique del pueblo alemán. Valores imperantes en la sociedad reflejada: El peso expiatorio de la religión, las relaciones humanas (hipócrita provincianismo puritano del mundo adulto que siembra la semilla educacional que 20 años más tarde brotaría en la infame y apestosa infantería nazi que aterrorizaría al mundo con su yugo absolutista).
Con todos estos mimbres y filmando en un espectacular blanco y negro (de tal pureza que duele la retina al observar como esas preciosas postales son pisoteadas por elementos humanos de la calaña del barón, el pastor protestante, o el médico por poner algún ejemplo de la jerarquía aldeana que somete al campesinado libre); Haneke consigue hacer una interesante película, fría como la nieve que cubre los campos de las bucólicas afueras y caliente como el palpitar de las tensiones que suceden puertas adentro de cualquiera de las moradas del pueblo. Con evidentes referencias a grandes clásicos del cine (a mí me ha recordado desde “Village of the Damned” de W.Rilla a “Fanny y Alexander” del maestro Bergman, e incluso al soberbio “Dogville” de Von Trier…), pero aplicando su personal estilo de filmar, tan lineal como contundente, a la vez que extremadamente minimalista en su perfección; obtiene como resultado una cinta negrísima (je!), digamos de género bipolar ciencia ficción-terror, muy lograda en cuanto a lo técnico (esa exquisita fotografía merece por si sola ir a verla), bien interpretada por todo el casting de actores desconocidos para mí, que queda grabada en la memoria como un admirable intento de filmar una obra maestra del denostado cine de autor, esta es una película europea por sus cuatro costados apaleados y me temo que incomprendidos, que da mucho que pensar y aún más para reflexionar sobre ese pasado no tan lejano que marcó su estigma en nuestra condición humana, este presente en que deberíamos aprender a educar a las nuevas generaciones que se incorporan a la vida con el lastre de la herencia que les vamos a cargar sobre sus inocentes y puras espaldas, y ese futuro que vendrá a llenar nuestros castigados corazones mediante el atroz castigo de intentar evolucionar sin cometer más errores, transcender, o simplemente… ser.

Sr. Haneke, modestamente yo hubiera otorgado el derecho de narrar la historia, con esa voz en off que conste en acta no molesta en absoluto, como observadora, y sufridora, en primera línea a la joven Klara en vez de al maestro, que queda claro que esta en el bando de los adultos al no aportar aires nuevos en la educación de los peques mientras intenta beneficiarse a una jovencita de 16 años (muy buena la escena, entre otras grandes que tiene la peli, en que el padre de Eva conversa con el pretendiente de su hija…), asimismo he echado en falta una banda sonora en toda regla, disculpe acabo de enterarme que usted nunca utiliza este recurso, que enfatizara todavía más un trabajo que por la extremada belleza de sus imágenes, y la áspera dureza de los temas que se tratan, podría haberse llenado con las notas musicales de esos grandes compositores de música clásica que siempre tuvo su país, y el vecino austriaco que también formó parte fundamental del marco de la historia que se nos cuenta, por cierto, ¿es usted alemán o austríaco? A pesar de estos leves matices personales, felicidades y desearle que gane ese Oscar que servirá para que muchas más personas puedan disfrutar de esta estimable película.-



"La cinta blanca" - Michael Haneke (2009)