jueves, 7 de enero de 2010

Viento del pueblo - 100 Km/h

Este año en que se conmemora el centenario del nacimiento del poeta Miguel Hernández, y que todos oiremos hablar mucho de ello espero, no se me ocurre mejor idea que desde la modestia de este post nº 100, cederle el espacio a uno de sus maravillosos poemas y aportar un pequeño granito de arena en la playa de su recuerdo.
Para el gran poeta, alicantino universal, que escribía desde el rayo que no cesa de la humildad y a su vez desde el inconformismo del que creía en la profunda belleza de las pequeñas cosas. El pastor de cabras republicano que murió con 31 años pudriéndose en la cárcel de la intransigencia franquista. Nunca pudieron cerrarle esos ojos que siempre miraban de frente… tampoco se apagó nunca, y del todo, la voz de la libertad.-


"Me sobra el corazón"

Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato.

Hoy reverdece aquella espina seca,
hoy es día de llantos de mi reino,
hoy descarga en mi pecho el desaliento
plomo desalentado.

No puedo con mi estrella.
Y busco la muerte por las manos
mirando con cariño las navajas,
y recuerdo aquel hacha compañera,
y pienso en los más altos campanarios
para un salto mortal serenamente.

Si no fuera ¿por qué?... no sé por qué,
mi corazón escribiría una postrera carta,
una carta que llevo allí metida,
haría un tintero de mi corazón,
una fuente de sílabas, de adioses y regalos,
y ahí te quedas, al mundo le diría.

Yo nací en mala luna.
Tengo la pena de una sola pena
que vale más que toda la alegría.

Un amor me ha dejado con los brazos caídos
y no puedo tenderlos hacia más.
¿No veis mi boca qué desengañada,
qué inconformes mis ojos?

Cuanto más me contemplo más me aflijo:
cortar este dolor ¿con qué tijeras?

Ayer, mañana, hoy
padeciendo por todo
mi corazón, pecera melancólica,
penal de ruiseñores moribundos.

Me sobra corazón.

Hoy, descorazonarme,
yo el más corazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo.

No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.