viernes, 22 de enero de 2010

Candilejas

Tengo 65 años. Nací en Santa Mónica (California) y vivo entre Suiza y España y en todas partes. Me enorgullezco de mi padre y soy actriz. Tengo dos hijos, Shane (35) y Oona (23). Soy antipolítica: la política actual saca lo peor de cada uno. Carezco de creencias religiosas.

¿Desde cuándo se sintió hija de Charlot?
De pequeñitos, mi padre nos proyectaba en casa sus películas, así que Charlot fue omnipresente desde que tengo memoria...¿Le gustaban las películas de papá?
Sí. Bueno, eran las únicas que veíamos. Un día mi padre expulsó a mi hermano de la sala porque no se reía con una escena suya.
Vaya con Charlot...Se sintió herido en su orgullo de artista… Era vulnerable en eso, necesitaba refuerzos.¿Alguna otra estampa de su infancia?Vivíamos aún en Santa Mónica cuando un día mi hermano y yo, con 8 añitos, atravesamos la verja de la casa y salimos a la calle canturreando con retintín: "Somos los hijos de Charloooot, somos los hijos de Charloooot"… Y entonces pasó una señora, nos miró malcarada y soltó: "¿Y quién es ese?".Vaya.Aquello fue traumático para mí: me conmocionó. Recuerdo que volví a entrar en casa, trastornada. ¿Y si todo era mentira? ¿Era todo lo de mi padre una fábula, un engaño, ilusión? Por primera vez sentí miedo...¿Sí?Me invadió una inseguridad indescriptible, el mundo se resquebrajaba bajo mis pies...Pero no era mentira...No: mi padre es la persona mundialmente más famosa, en el siglo XX como mínimo.
A la altura de Picasso...A veces los comparaban, sí. Cuando mi padre lo oía no decía nada. Se quedaba un buen rato callado, meditabundo, y luego musitaba: "Picasso... no me gusta mucho".Ja, ja, quería ser único...Y lo era. ¡Era tan célebre y querido que Hitler se dejó un bigotito como el de Charlot para atraer más simpatías de más gente...!Poca gracia le haría luego "El gran dictador"...Mi padre fue muy valiente al hacer esa película en un momento (1940) en que Estados Unidos miraba con simpatía a Hitler...Admira usted a su padre.¡Es mi héroe!
Y tiene que compartirlo con la humanidad. ¿Cómo se lleva eso?Muy bien: me enorgullece ver su imagen, un póster, una imitación... Me gusta ver que sigue vivo. ¡Es mi padre! Y eso sólo lo comparto con siete personas, mis hermanos.
¿Qué legado le dejó su padre?La disciplina. Era victoriano y exigente. Lo era consigo mismo: le recuerdo encerrado en su gabinete, escribiendo sus guiones, que le costaban miles de horas de trabajo. No tenía facilidad, los escribía a base de mucha, mucha disciplina.¿Qué fue lo más duro para usted?Estuve en un internado suizo de monjas... Mi padre no quería que fuese actriz. Él quería que sus ocho hijos fuésemos personas de provecho: abogados, arquitectos, médicos... Y nos exigía sacar buenas notas en el colegio. "¡Vuestra única defensa será vuestra educación!", nos repetía.¿Le propinó su padre alguna bronca importante?¡Estuvo siete años sin hablarme!¿Por qué? ¿Qué le hizo usted?A los 14 años empecé a pintarme los labios y todo eso... "Límpiate la boca", me dijo. "Eres mala influencia para tus hermanos", concluyó. Me echó de casa, aunque yo me inventé que me fui yo... Y se hizo usted actriz.Primero quise ser bailarina: fue doloroso darme cuenta de que no tenía facultades... Y sí, me hice actriz, y vine a España... ¡y aquí me desmelené!
¿En qué sentido?Podía salir y entrar, vivir a mi aire, ir a bailar, ir a fiestas, beber alcohol..., ¡era la libertad! Qué paradoja: siendo la España franquista, para mí era un lugar de libertad. Carlos Saura me iría mostrando luego la lóbrega realidad española...¿Qué pensaba su padre de su trabajo como actriz?Vio que yo me había espabilado sola, ¡y sé que eso él lo valoraba mucho! Al final, mi trabajo le enorgullecía: para él yo era la mejor, sé que me adoraba.¿Le perdonó su padre, pues? Un día estábamos todos sentados a la mesa, yo no estaba comiendo mucho y él dijo: "¿No comes?". ¡Era la primera vez que me hablaba en siete años! Fue oírle decir eso… y rompí a llorar como una magdalena.¿Llora usted a menudo?De un tiempo a esta parte no puedo escuchar música: ¡me hace llorar! Música clásica, rock, pop..., ¡toda la música! La oigo... y lloro, no puedo evitarlo. Así que la evito.¿Con qué llena sus ratos de ocio, pues?
Por miedo a perder mi carrocería, camino y paseo. Por miedo a perder la memoria, memorizo textos. Y devoro libros.
¿Qué anda leyendo?Me ha encantado La lièvre de Patagonie,memorias de Claude Lanzmann, que fue amante de Simone de Beauvoir; Caín,de Saramago, tronchante. Y todo Philip Roth, con esa riquísima trayectoria recorrida literariamente desde su juventud hasta su actual temor a la muerte...Y usted, ¿teme a la muerte?Mucho. Pensar que todo esto se tiene que acabar... ¡me provoca a veces un pánico que me atenaza, me paraliza! Suele sucederme en la cama, antes de dormirme...
¿Y cómo afronta ese miedo?Me encojo como una bola de puerco espín: así repelo a las negras gallinas de la muerte.

Fuente: La Vanguardia