lunes, 28 de diciembre de 2009

Plan B


El próximo 3 de enero de la nueva década prodigiosa que se inicia el próximo viernes, se conmemora una efemérides que en su momento hizo correr ríos de tinta rosa en la prensa amarilla de la época, 25 años de la caravana de mujeres que organizaron los vecinos del pueblo de Plan (Huesca) para reclutar féminas de todo el estado español que estuvieran dispuestas a dejar atrás sus grises vidas pasadas para ribetear con lazos dorados de unión matrimonial sus futuros inciertos, en transición hacia el azul futurista de la convivencia humana.
Quién pone puertas al monte, la cabra tira hacia el… los lobos y las zorras también, es seguro que en algún momento de su vida deberá llamar a un cerrajero de urgencia para que le abra la cerradura que da acceso a la libertad individual de elegir su propio destino, a mí me parece fenómeno que surjan iniciativas de este tipo donde todo el mundo que participa deposita su confianza en la creación de una historia por escribir, por lo tanto solo me queda que respetar la que aquellos hombres primitivos, que comparten condición conmigo, hicieron en su momento tras visionar en el vetusto garito del pueblo “Caravana de mujeres” de William A. Wellman (una peli interesante si la observas sin los prejuicios machistas que adornan el western más clásico); publicando un anuncio en el Heraldo de Aragón en busca de, wanted viva o viva, mujeres entre 20 y 40 años que quisieran compartir la vida con ellos combatiendo la soledad india que marcaba a fuego rojo sus pieles curtidas de hombres de montaña.

130 chicas acudieron a aquella llamada desesperada, mezclándose entre los escasos 200 habitantes del pueblecito, de los que 40 eran solteros y una sola mujer lugareña permanecía en sus 13 en cuanto a emparejarse con alguno de ellos, tan respetable como cualquiera de las otras opciones, pues bien entre todos se agitaron y formaron un cóctel mestizo que derivó en la celebración de 33 bodas nupciales. Numeritos chiquititos en la calzada por asfaltar.

Dicen que hasta el tonto del pueblo pilló cacho en una de esas fiestukis que se celebraban en la carpa habilitada por el ayuntamiento de Huesca, con música orquestada, confeti y botellón, bailando a su rollo con la más puta de la troupe… y rompiendo con su batuta de 30cm el hielo del “que dirán”.
Todo esto sirvió para que abrieran una farmacia, que al principio vendía preservativos (protégete de los achuchones que hacen temblar tu tienda india triangular, reserva del pirineo mañico), y después pastillas para el dolor de cabeza, con la certeza de que la pasión no es nada, si después no persiste… el amor. También levantaron un colegio que llenaron con chavalitos que llegaban reivindicando su derecho de existir y de eligir su futuro llegado el momento.
Un cuarto de siglo después, espero que sigan siendo felices, pajaricos de esos que llaman perdices seguro que no les faltan en las cumbres boscosas que les rodean, tampoco nieves ni fríos, pero si tienen el cobertizo mental lleno de leña para calentar la estima, lo demás... solo es tiempo por vivir.-