viernes, 30 de octubre de 2009

El misterioso mundo interior de las mujeres

Empieza la función con un travelling aéreo de la ciudad de Nueva York, el dios Polansky maneja la cámara pero no es el hippie melenudo quién atraviesa las nubes y viaja en su interior sino el viejo Satanás que sobrevuela el skyline para tener mejor visión del espacio donde aterrizará para engendrar a su hijo que nacerá en el año de gracia de 1966 (jo!, como yo…), la futura madre ya ha sido elegida entre todas las mujeres del mundo y acaba de entrar en el edificio Dakota de Nueva York para buscar vivienda de la mano de su adorado esposo, un mediocre actor capaz de hacer cualquier cosa por alcanzar la gloria del show Business, mientras van apareciendo los títulos de crédito, en un rosa lolitesco de chicle masticado que trenza los nombres del excelente equipo actoral y técnico que participó en la plantación de la famosa semilla y suena la estupenda banda sonora compuesta por Christopher Komeda.
Tras asistir a la visita del apartamento por parte de la feliz parejita, impresionante la convicción del vendedor de pisos explicando con auténtica profesionalidad los pros y los contras de la adquisición, lo tomas o lo dejas el morbo siempre se toma, empieza a gestarse la trama de la película durante los nueve meses preceptivos, hábilmente reducidos a 136 minutos por parte del director, y van apareciendo en escena todos los personajes que completarán este genial parto “natural”, dando vida a un guión excepcional (basado en la novela de Ira Levin y engendrado por la retorcida mente de Polansky aplicando toda la minimalista sutileza que mostró en su etapa europea para sorprender al mundo con su debut en el cine americano); toda la fortaleza del nudo central que auguraba su imaginativo planteamiento deriva en un desenlace sumamente arriesgado, y por ello doblemente conseguido, en su parte final, que eleva esta película a los altares del cine de terror, la mejor de todos los tiempos para muchos yo afirmo que después de verla ayer por segunda vez ha subido muchos escalones en mi ranking particular posiblemente por lo bien que le sientan los años, el diablo Roman consigue algo memorable en este género como es el hacerte sentir miedo del que penetra en la espina dorsal desde lo que nos sugiere sin enseñar, para muestra un botón de genialidad: la única sangre que aparece en escena es la media jeringuilla que le extraen a Rosemary en la consulta de su doctor pediatra para unos rutinarios análisis de embarazo. Chapeau!

Sobre el extraordinario casting poco que añadir a lo que la posteridad se ha encargado de reflejar en los espejos de la memoria, Mia Farrow está sencillamente magistral además de guapísima tanto en su faceta angelical de sólida base cristiana como en su demacrado estado ojeroso de poseída por el lado oscuro de la maldad, John Cassavetes consigue sostener su interpretación gracias al abrazo del diablo en un papel que rechazó Robert Redford vete tú a saber porqué, lo de Ruth Gordon como vecina entrometida, desagradable a la vez que fascinante, como su marido, ya figura en los anales de la historia, sublime por ponerle un adjetivo a la composición del personaje de Minnie Castevet, y el resto de actores secundarios con especial mención para Ralph Bellamy que da vida y palabra al representante de la ciencia llamado Dr. Saperstein (como se graba ese nombre en el subconsciente). También me encanta el exquisito vestuario y peluquería de la época, atención al desfile de modelitos femeninos abanderado por el apoteósico corte de pelo de Rosemary cuando decide a media función irse a la pelu y pisar la calle en una de las escasas escenas rodadas en exteriores, hace tanto frío cuando traspasas la puerta de salida del vientre materno…

jueves, 29 de octubre de 2009

Tumbas de sal

Hace mucho tiempo en un foro lejano una serie de personas disertaba fervorosamente e intentaba descifrar el jeroglífico de esta canción, críptica tarea que puede llevarte toda una vida… o no. Me metí por allí en medio dando mi opinión y me dí cuenta que la imaginación del ser humano parece no tener fin, beutiful friend, cuando te lían o te lías en meandros de pensamiento que conducen a las puertas de la filosofía del Rock. Unos granos más tarde en el reloj de arena de la vida, sigo pensando que tengo la respuesta correcta pero no pienso indicarle a nadie por donde se vuelve al mar, no vaya a ser… que me ahogue en un ramillete de dudas o se hunda la inestable balsa que flota, perdida sin remisión, en el corazón de la tempestad.-


Y me he enredado siempre entre algas,
maraña contra los dedos.
Cierras la madeja
con el fastidio del destino,
y el mordisco lo dan otros:
encías ensangrentadas,
miradas de criminales, a grandes rasgos,
podrías ser tú.

Echar el ancla a babor
y de un extremo la argolla
y del otro tu corazón
mientras tanto, te sangra.
Y el mendigo siempre a tu lado,
tu compañero de viaje.
Cuando las estrellas se apaguen,
tarde o temprano, también vendrás tú.

Duerme un poco más,
los párpados no aguantan ya.
luego están las decepciones
cuando el cierzo no parece perdonar.
sirena, vuelve al mar,
varada por la realidad.
sufrir alucinaciones
cuando el cielo no parece escuchar.

Dedicarte un sueño,
cerrar los ojos
y sentir oscuridad inmensa,
entregado a una luz,
como un laberinto de incertidumbre.
esquivas la pesadilla
y sobrevolar el cansancio
y en un instante, en tierra otra vez.

El miedo a traspasar la frontera
de los nombres, como un extraño
dibuja la espiral de la derrota
y oscurece tantos halagos.
sol, en la memoria que se va...

Y duerme un poco más,
los párpados no aguantan ya.
luego están las decepciones
cuando el cierzo no parece perdonar.
sirena, vuelve al mar,
varada por la realidad.
sufrir alucinaciones
cuando el cielo no parece escuchar.


Héroes del Silencio - "El espíritu del vino" (1993) - EMI

Video: AQUÍ

martes, 27 de octubre de 2009

Radio Madrugada

Un tipo listo el amigo Auster, personalmente me cae bien, no es malo con la pluma y además consigue convencerme con su siempre interesante propuesta, en ocasiones fruto de la rebuscada casuística o deliciosamente pintoresca cuando le da por mostrarnos las postales que componen su exquisita colección de la sociedad norteamericana en general, y cual bufón de Woody Allen, la neoyorkina en particular.
Este es un libro atípico, ya que son los lectores quienes lo escriben, y después lo compran o para ser más justo con su argumento, los oyentes de un programa de radio, intentaré resumir la jugada maestra del lince Paul : El mágico mundo de la radio, los que compartan conmigo la afición a las ondas hertzianas ya saben de lo que les hablo, cogemos un programa de esos de participación donde como sucede con las letras blogueras, la voz anónima no tiene pelos en la lengua, llaman a esa emisora durante, pongamos el periodo de un mes, cuatro mil personas contando una historia particular, de los más variados temas (sueños, guerra ,muerte, amor, etc…), de las que resultan agraciadas 180, es decir que el desahogo de tu noche de verano será editado a mayor gloria de dios, que es tu padre claro… personas de cualquier edad, con las barras y estrellas de los 42 estados norteamericanos representados, fifty-fifty hombres y mujeres, hechos insólitos, vivencias y curiosidades de gente de todos los estratos sociales, ricos, pobres, gordos cebados de hamburguesas y delgadillas de diseño, altos pivots de la NBA y bajitos de los que crecen en los circos, frikis, politicos, gays, deportistas, vendedores de helados, incluso algún torero si no recuerdo mal, la sociedad mestiza hecha trizas…todo a la coctelera, se agita, y ahí tenemos el retrato de una sociedad, la nuestra, donde todo es posible, contamos nuestros recuerdos en público y alguien se encarga de buscarles un rinconcito en la posteridad…
“No estás sola” es una canción del primerizo Mike Ríos que siempre me gustó mucho, “alguien te habla en la ciudad… la,la,la!”, meandros de historia que conforman el río de la vida, el mismo que va a parar al mar de la existencia… pezqueñines, no gracias!, libraco de 518 páginas francamente interesante, de los que hay que dejar crecer.
Ya que te pones a extender la ropa de los otros, amigo Auster, lavando la tuya primero en la lavadora que centrifuga la sinrazón como has demostrado en otros de tus libros, te voy a perdonar que estuvieras un pelín vago a la hora de hacer tu propia aportación particular a la historia contemporánea que retratas, mas que nada porque algunas de tus obras consiguen coronar cimas que otros ni sueñan en alcanzar, y es que no es nada fácil componer los personajes que tu logras hacernos creer que existen, esos que buscamos y encontramos, leemos y conocemos, presentimos, tienes talento amigo Auster, no nos jodas más con historias de otros, invéntalas y háznoslas creer como tu sabes.

domingo, 25 de octubre de 2009

La chica que soñaba con ser bailarina


¿Cuándo descubriste tu vocación de actriz?
Después de terminar COU me fui a Londres. Por las mañanas estudiaba interpretación y por las tardes hacía un curso de secretariado, para tranquilizar el ataque de pánico de mi madre, que estaba empeñada en que estudiara "algo seguro". Trabajé mucho, hice algún corto, me llamaron para una película... Cuando tuve que decidir a qué me quería dedicar, me di cuenta que para mí era absolutamente necesario interpretar, cuestionarme, ser otra. Y dije: "Ya está, esto es lo que quiero hacer".
¿Qué es lo más incómodo de ser actriz?
La incertidumbre y las expectativas que creas en los demás. Por eso me cuesta tanto aceptar una entrevista. Cuantas menos fotos me hagan y menos indaguen sobre mí, mejor.
¿Qué es lo más importante que has aprendido en un rodaje?
Que, en el cine y en la vida, hay que saber esperar.¿Qué consejo atesoras en tu memoria y te sigue resultando útil?
El que me repite mi madre a todas horas: "No cruces el puente antes de llegar al río". Como soy tan agobietas y me angustio por cualquier cosa...Eres hija de gaditano e inglesa, ¿cómo te ha enriquecido esa mezcla de culturas?Emocionalmente soy muy mediterránea y visceral, suelo dejarme llevar por lo que me apasiona pero mantengo cierta distancia con la vida. Soy reflexiva y me encanta escuchar. Mi vena british es la del sentido del humor, muy unido a la ironía.
Me dicen: Leonor es divertida y caótica, ¿verdadero o falso?
Parezco extrovertida y de hecho no me resulta difícil relacionarme con la gente, pero soy muy tímida. Tardo mucho en hacerme amiga de alguien. Y lo de caótica... es verdad. Me encantaría ser más disciplinada, más constante, menos indecisa, pero es una batalla perdida.¿Cocinas?
Sí, me relaja mucho, puedo pasarme horas inventándome recetas, experimentando salsas distintas para mis ensaladas... y me salen unos platos de pasta que alucinas. ¿Mi favorito? Espaguetis con salsa de carne.Con eses aspecto de niña dulce, ¿hay algo que te despeine?
No soy de grandes enfados, pero me incomoda la falta de profesionalidad, el desdén, la desidia. Y siendo más concreta, la impuntualidad. Cuando alguien me hace esperar, me siento como abandonada.De no haber triunfado en el cine y en la música, ¿a quién estaría entrevistando ahora?
A una psicóloga o a una freelance . Lo que más me gusta es tener el mando sobre mi agenda y mis horarios.
No te dejas ver en fiestas, ni estrenos, huyes de los paparazzi , ¿está segura de que quieres ser una actriz de éxito?
Ja, ja, es que me angustia mucho pensar qué vestido me voy a poner, a qué fiestas debo ir, que no se me escape una tontería si los periodistas se me acercan... Reconozco que hay fiestas donde me lo paso superbien pero otras distorsionan mucho mi vida. Y prefiero hacer otras cosas.
Por cierto ¿por qué adoptaste tu apellido británico?
Soy la pequeña de cuatro hermanos y cada uno de ellos se dedica a sus cosas: uno es ingeniero de montes, otro es biólogo... y ni ellos ni mis primos no tienen por qué contar si no quieren si somos familiares o no. Con el Watling nadie les pregunta nada y de paso, le doy un homenaje a mi madre y colaboro a que su apellido no se pierda.
¿Cuál es es tu oasis vital?El sofá de mi casa, viendo películas como El jovencito Frankenstein o y series como La guerra de las galaxias o series como Frasier y Friends . Y la casa de campo que mi madre tiene en Segovia. Soy tan feliz allí que si paso más de una semana, corro el peligro de no volver.Revélanos tu afición secreta.La fotografía. Siempre llevo encima una cámara digital. A veces me paso una semana haciendo fotos por Madrid, descubriendo rincones maravillosos...¿Con quién te tomarías un café?
Con Woody Allen , aunque ahora que lo pienso, debe ser un tipo tan raro que sería un café muy tenso.Elige tu plan favorito para ir al cine.
Sola, en versión original, con palomitas... Y, a ser posible, en la sesión de las cuatro.A Leonor Watling ¿qué consigue relajarla?¡Ah, las cosas simples!: un desayuno gourmet (a ser posible en el campo) mientras hago crucigramas, un día de lluvia, tomarme un gin tonic con los amigos, jugar al scrabble , improvisar una tertulia de risas alrededor de una chimenea, darme un baño de espuma cuando llego a casa, escribir una nueva canción y que me guste...
¿Qué paisaje se ve desde tu casa madrileña?
Decenas de tejados de pizarra y un cielo abierto. Vivo en un ático, en pleno barrio de Chueca, y estoy encantada. Me gusta ir andando al cine, saber que tengo una farmacia cerca... El silencio me intranquiliza.
Media hora antes de un concierto...
Caliento la voz, charlo un rato con la banda y me maquillo yo sola. Esa es mi única manía. A diario no llevo ni rimmel, pero cuando doy algún concierto soy más radical: me pinto los ojos muy negros, me peino un poco alocada...
¿A qué tienes miedo?
Soy una persona muy miedosa. Cualquier problema, cualquier decisión me sobresalta. Después están mis miedos emocionales, como que el tiempo pase y me quede con la sensación de que no he hecho todo lo que hubiera querido en la vida.
¿Qué te agobia más: una mala crítica, un momento de paro, una arruga nueva...?
Un momento de paro. Si no interpreto me pongo muy nerviosa. Y durante 48 horas, una mala crítica. Fernán Gómez tiene una frase muy gráfica para explicarlo: "Pueden estar siete días diciéndote que eres maravilloso, pero les basta un minuto para hundirte". Y es verdad. Mira que me resisto a que esas cosas me afecten pero... Y las arrugas... bueno, todavía no me han dado ningún disgusto.Por cierto, ¿cómo va tu agorafobia?
Va mejorando. Pero siguen agobiándome las multitudes: en los conciertos, las manifestaciones... Voy, pero lo paso fatal.Como letrista, ¿cuáles son tus inquietudes?Escribo cosas que veo, que no sé explicar y luego se convierten en canciones. Me gusta jugar con las palabras, experimentar con ellas y también con los sonidos.¿Te resulta más fácil componer desde la desolación o la euforia?¡Ah, no, con la euforia no doy ni una! Soy más productiva cuando estoy melancólica... En los rodajes, por ejemplo, escribo mucho.¿Qué musica escuchas en tu Ipod?
Björk , Tom Waits , soul, jazz...

miércoles, 21 de octubre de 2009

Nubes de evolución

Jeunet y su fabuloso destino, el intentar escapar del mundo real a la vez que nos introduce en él de la mano de esta señorita surrealista que reparte magia entre los que la rodean o tienen la suerte de cruzarse en su camino.
El detalle casi obsesivo por aquellas pequeñas cosas que nos hacen mejores personas, el ideal de búsqueda de una vida feliz retrocediendo justo hasta el lugar donde nos equivocamos y deshaciendo el error para arrinconar al rencor contra las cuerdas y empezar de nuevo, siempre en constante evolución hacia adelante.
Amelie rezuma bondad por los cuatro costados pero detrás de su sonrisilla angelical se esconde esa vena malvada que siempre es necesaria aplicar contra los inquisidores del buen rollo que juegan a placer con y contra nuestra felicidad. No te va a regalar nada que no merezcas, te va a poner en tu justo sitio, introduciéndote en un mundo fantástico, el nuestro, y enseñándote a ser mejor persona de lo que eres o crees que eres. Es una de las pelis que más veces he visto, 3 en el cine, unas 10 en DVD, y alguna que otra en TV, intentando impregnarme de ese halo misterioso que nace tan dentro de cualquiera de nosotros y que es algo tan simple como intentar ser una buena persona, porque tonto de mí sigo creyendo en el ser humano, me emociona como pocas, supongo que porque me creo ese París contemporáneo donde transcurre la acción. Esta escena en particular donde asistimos al encuentro con el hombre de cristal (la frágil luz de una mirada sincera), Bretodeau (la lluvia de canicas en forma de vivencias que rebotan contra los adoquines y vuelven de regreso a nuestras vidas cuando menos las esperamos), o ese omnipresente invidente (que no es más que la venda metafórica que ciega nuestro amor al prójimo) me parece una auténtica lección de cine por parte de Jeunet, que sabe mover los hilos que tocan la fibra sensible con una sutileza que te desarma. ¿Iluso?, - A mucha honra.-


"Amelie" - Jean Pierre Jeunet (2001)


lunes, 19 de octubre de 2009

El "ex-preso" de Bangkok



Hay quién solo lo conoció por Pepe Carvalho, y los hay que ni por eso. Como dice la Wiki se definía a sí mismo como: “ periodista, novelista, poeta, ensayista, antólogo (que no se lo que es pero me suena a irse de fiesta con algún Tony de raíces arravaleras), prologuista, humorista, crítico, gastrónomo, culé y prolífico en general (sin duda, mostru-m).
¿Con quién pasarías una noche de copas? Me preguntó un lejano día de principios de siglo XXI una señorita estudiante (creo) de muy buen ver, en una de esas encuestas callejeras de las que no te puedes negar mental-mente, yo cité a Manolo a ver si le entraba con el rollo sesudo, ¿ y ese quién es? Me respondió con la sonrisilla cogida con pinzas detrás de la oreja… - Ven, que te lo cuento.
Comprometido hasta las cachas con la movida política cultural del universo de la palabra, se quería a sus dos países y a su bola del mundo como pocos yo he conocido, a mi rollo vaya, hermano de sangre de los charnegos y bypass del latido del puto barrio, le molaba el buen cine y el placer del papeo gourmet currado con cariño. Honesto con su pensamiento, por lo tanto evolutivo, si hablamos de niveles… tanto rollo con no darle un empujoncito y promover la 2ª revolución de la era moderna de los jóvenes de espíritu transgresor por parte de la plana mayor “cultural” del planeta espacio en que nos movemos.
Sentimiento de orfandad le cantaría su colega Serrat con la púa y la pluma, yo solo añadiría que encuentro a faltar personas como esta en tiempos de crisis, que es donde más se nota la falta de talento... del que perdura.-

viernes, 16 de octubre de 2009

Y dios en la última playa

Argentina clasificada para el Mundial de Sudáfrica 2010 en el último suspiro al derrotar a Uruguay a domicilio por 0-1 (Bolatti - 85') en el partido disputado el pasado miércoles en el estadio Centenario de Montevideo ante más de 70.000 espectadores.
Ambos contendientes tenían opciones de clasificación, pero solo había un billete a repartir, el cielo o el infierno en juego entre dos selecciones históricas por sus logros y por su rivalidad. Como era de esperar el partido fue una de esas batallas tácticas donde el que primero marca suele sentenciar; aquí se destruye el fútbol (que se lo pregunten a Messi que tuvo 3 tíos encima, cosiéndolo a patadas, durante todo el partido) primando el resultado por encima del espectáculo deportivo... y también dando un ejemplo bochornoso al mundo del fútbol por parte de este personaje, el mismo que es considerado como un dios en su país. Sin comentarios.
He tenido la suerte de disfrutarlo en más de una ocasión dándole a la pelota y me parece que fue uno de los mejores jugadores de la historia, un auténtico fenómeno aunque no el mejor de todos como muchos piensan, eso nadie se lo va a discutir, algún dia contaré de muy buena tinta su paso por el Barça, rompiendo el corazón de miles de niños y metiéndose por la tocha toda la cocaína que encontraba en los tugurios postmodernos de la ciudad; intentando montarse sus negocietes mafiosos en la city, fue el propio pueblo catalán quién desde el seny que nos caracteriza renunció a seguir aguantando los caprichos del pelusa, exigiendo su traspaso inmediato al Nápoles (multimillonaria operación pagada con la pasta de la máfia napolitana), salida por la puerta de atrás para quién no sabe o no quiere entender la idiosincrasia del sentimiento culé...
El circo del balón tiene cosas como esta, nadie le puede negar a Maradona que ha cumplido el objetivo de clasificar a Argentina para el mundial, el juego penoso y la manera ramplona que ha mostrado el equipo que él dirige ya es otro tema, nunca debieron sufrir tanto para conseguir el billete, no en vano en mi opinión están entre los favoritos para conquistar la Copa del Mundo, siempre y cuando esten bien dirigidos desde el banquillo, deberá demostrarlo cuando se enfrenten a selecciones europeas con un estilo completamente diferente en sus propuestas, y jueguen como saben y pueden hacerlo.
La última que ha montado se puede apreciar en este impagable video, que dicho sea de paso, me ha hecho reír de lo lindo. Genio y figura hasta la sepultura.-

jueves, 15 de octubre de 2009

Marginados

Lo más parecido a una guerra que sufrimos en el mundo zivilizado, el zorro que conduce la máquina destructiva Caterpillar marcando con Z el pecho liso del asfalto, son las obras que promueven los ayuntamientos de las grandes ciudades en aras de velar por la calidad de vida del ciudadano que nutre con sus impuestos a los mandamases de turno, vamos a tocarle los huevos al contribuyente con el taca-taca del taladro motorizado hasta que nos salga de los idems. Estamos trabajando por la mejora del barrio. Disculpen las molestias y jódanse una miajilla, que va para largo…
Nuestro Firmin es el menor de la camada de una rata de cloaca gorda y apestosa llamada Flo, que tiene la suerte de venir al mundo en una de esas maravillosas librerías antiguas infestadas de libros, todos los clásicos escritos en la historia y muchísimas rarezas que crían polvo en sus recónditas estanterías; acunada entre libros desde su más tierna infancia, empieza a devorar letras comiendo papel impreso de pasajes literarios cuando no hay bocado que echarse a la boca o cuando sus hermanos la menosprecian negándole un pezoncillo de leche donde amamantar.

Libros Penbroke se encuentra en Boston, la más europea de las ciudades norteamericanas, concretamente en ese casco viejo que tienen muchas urbes y que los consistorios se empeñan en colocarle una gorra nueva de modernidad, salvemos las putas tradiciones joder y construyamos el futuro respetando nuestro pasado, ¿tan difícil les resulta ser creativos?... están remodelando el barrio, derribando antiguas fuentes de cultura como la Penbroke o el cine Rialto, que a los humanos nos pone el jaleo estresante de las remodelaciones, no nos vamos a engañar, la guerra de las máquinas excavadoras nos invade, pero para una rata no existe esa diferencia entre guerra y paz que nos contaba Tolstoi, saben adaptarse a las circunstancias para sobrevivir, ya que el vivir se les niega desde que nacen, en tiempos de batalla siempre les quedarán los cascotes de escombros para esconderse de los puntapiés del ser humano, chute al centro de la panza y rata estampada en la escuadra de la persiana de la tienda de ultramarinos Bonifacio, me pongan la repetición para verlo despacio…
Mirad bien lo que os cuento que no quiero engañar a nadie, Firmin es una rata culta por lo tanto un personaje solitario, aprende a leer y a tocar el piano, sale de juerga por las últimas sesiones del Rialto, donde aprende a disfrutar de los clásicos del cine, se mantiene rapiñando palomitas perdidas y lamiendo los charquillos de cerveza que quedan esparcidos en el patio de butacas, Firmin tiene emociones, un sentido del humor de los que a mí me hacen carcajear y una tristeza congénita de las que me hacen llorar, Firmin es poesía animal hecha desde la incomodidad de quién devora con dientes amarillos las últimas migajas de un mundo que defiende la cultura contra todo lo demás, Firmin es un libro para todos los públicos, ideal para regalar a un niño que empieza a leer y bestial para un adulto al que ya se le olvidado… crecer.

domingo, 11 de octubre de 2009

Hipatia y los cuerpos celestes

Siempre he sido bastante crítico con las películas de romanos o las de cristianos por aquello de lo fácil que puede resultar para un director de cine tergiversar la historia aprovechando que su trabajo va a ser visto por millones de espectadores en todo el mundo, o lo difícil que puede resultarle a cualquiera igualar obras maestras de la talla de “Espartaco” de Kubrick; vaya que me dispongo a disfrutar del peplum visual dejando para después las posibles reflexiones filosóficas que me puedan despertar los estímulos que veo en pantalla; pero reconozco que si me la ambientan en el antiguo Egipto, la cosa ya me llama más la atención, viajar hasta la legendaria Alejandría, Siglo IV d.c., tomas asiento en la máquina, motor en marcha y fiuuuu… retrocediendo en el tiempo.
No me jodas Alejandro, visto lo visto no se donde ha ido a parar ese famoso presupuesto de 50 millones de euros cristianos, y me temo que voy a tener que empezar crucificando todos los defectos que le he encontrado a tu película: 1) La famosa biblioteca de Alejandría, una de las maravillas del mundo según nos cuentan los libros de historia; me ha parecido una broma pesada tener que ver como se ha recreado, cuatro estanterías con cinco pergaminos mal apilaos, y eso que ahí se escondían los grandes tesoros escritos de la sabiduría universal, hubiera sido bueno contactar con el decorador de pelis como la estupenda primera entrega de Harry Potter para regarnos la imaginación con elementos más sólidos, por cierto ¿porqué no nos has enseñado más de cerca el faro que ilumina la entrada a esta espectacular ciudad?. 2) Ya le pasó a Ridley Scott con su “Gladiator”, esa puta manía de abusar de los efectos especiales con planos espaciales (para abarcar extensiones reproducidas digitalmente que se notan todavía más que los bloques de cartón piedra de serie B, que al menos no cuestan dinero…) y giros de cámara, sin ton ni son, incluso completos, invirtiendo, y distorsionando sí, la imagen. 3) Respetando muy mucho tu condición sexual, las escenas de batalla me han parecido una mariconada, al igual que la elección de prácticamente todo el casting de actores principales masculinos, realmente insoportables, efebos “guapitos” unos con ricitos otros con ojitos azules todos muy monos pero para nada creíbles. 4) Esa música tan sumamente machacona que firma el tal Darío Marianelli y que no para un solo segundo de la proyección, al menos antes te componías tus propias bandas sonoras. En fín, que después de ver tu quinta película, 5 de 5 que te he visto todo porque me pareces un gran director, además de caerme bien, no tengo más remedio que bajarla al penúltimo lugar.

Dos estrellitas va, la primera y la que más brilla para la estupenda interpretación de Rachel Weisz, que sostiene todo el peso de la peli con su sentida recreación del personaje de Hipatia, cuánto tendrá que agradecerle Alejandro su trabajo sin el cuál el batacazo podría haber sido considerable, menos mal… y la otra para el interesante guión, una lástima que esté tan mal interpretado por el resto (bueno voy a salvar también el personaje de Amonio), ambientado y dirigido, en fin a veces pasan estas cosas. Sin pena, sin gloria.-



Filmografía Alejandro Amenábar

1. “Mar adentro” (2004) ****
2. “Tésis” (1996) ****
3. “Los otros” (2001) ***
4. “Ágora” (2009) **
5. “Abre los ojos” (1997) **

*Un beso muy grande a la parejita que nos acompañó en el patio de butacas, si leéis esto no os enfadéis, ya sé que os gustó bastante más que a nosotros ;-)

sábado, 10 de octubre de 2009

El libro de los rostros




La hipermnesia y Facebook


Sólo tres o cuatro personas en el mundo padecen un extraño y cruel trastorno de la memoria, la hipermnesia. Así lo afirma el profesor de neurobiología James L. McGaugh, de la Universidad de California en Irvine. Este investigador, especializado en neurología del aprendizaje y de la memoria, ha estudiado el insólito síndrome que provoca el recuerdo autobiográfico perfecto. Es decir, la capacidad de retener todos los detalles de una vida. Y ese "todos" es lo que convierte a esta enfermedad en un tormento. Nada se borra. Nada se olvida. Se conservan todas las imágenes. Todas las palabras. Todas las emociones. Todos los regalos de cumpleaños. Todos los importes de todas las compras de toda una vida. Los momentos felices y los dolorosos. Lo sublime y la anécdota más estúpida. Para las personas afectadas, el pasado se torna una mochila cada vez más pesada. Un lastre obsesivo que les impide encarar libremente el futuro.
Por fortuna, las posibilidades de sufrir este síndrome son irrisorias. Sin embargo, millones de personas en todo el mundo vivimos expuestas a quedar noqueadas por un directo del pasado en el momento más inesperado. A vernos sorprendidas por la resurrección de aquel episodio que la memoria había tenido el acierto de encerrar en el baúl de los recuerdos y tirar la llave al mar. Ese ataque repentino suele producirse de la mano de alguien tan inocente como un antiguo amigo del colegio, la novia de párvulos o la pandilla de los campamentos del 81 que nos ha localizado a través de Facebook. Asidos al teclado, nos sumergimos en un túnel del tiempo capaz de conducirnos al paraíso de la nostalgia o al infierno de unas heridas que ya creíamos cicatrizadas.
El pasado retorna en los colores alterados de las fotos digitalizadas. Del mismo modo que en el mañana se entremezclarán las imágenes, vídeos y comentarios del presente. La futura profesora de instituto, física nuclear o ejecutiva empresarial tendrá que aprender a convivir con sus imágenes adolescentes de ahora. Ésas en las que posa en bikini frente a un espejo, con los labios entreabiertos y los ojos entornados, en una burda imitación de las provocativas divinidades de moda.
La vida es evolución. Todos tenemos derecho a cambiar, a contradecirnos, a realizar cuantos viajes ideológicos nos plazca y a defender, en cada momento, nuestro modo de pensar y actuar. La diferencia es que esa evolución, hasta ahora, era un periplo interior. Un trayecto que, a veces, compartíamos con otras personas. Compañeros de aventuras que el azar de la travesía obligaba a despedir en diferentes estaciones, en función del destino elegido por cada cual.
Ahora, Facebook, Twitter, Tuenti y otras redes sociales están convirtiendo el desarrollo personal en un crucero de masas. Los jóvenes crecen en la red, comparten cada minuto de su evolución y de su intimidad. Pérdida terrible de la vida privada, dirán unos. Aumento de la transparencia y la sinceridad, dirán otros. La única certeza es que, con sus pros y sus contras, el virus del exhibicionismo de los reality shows ha penetrado en nuestra conducta social.
Hay una necesidad, una obligación, de ser visibles. Somos la imagen que se refleja en los ojos de los demás. Y en esa obsesión por compartir la existencia se esconde un modo de reafirmar la identidad, de reclamar un lugar en el grupo y de lanzar al aire un ¡aquí estoy yo!, ¡contad conmigo!
El anonimato produce terror, del mismo modo que asusta la soledad. Las redes sociales son el espantajo que aleja el fantasma de la exclusión, el rincón de las voces que rompen el silencio y la tristeza. Frente a la pantalla del ordenador puedes sentir que formas parte de un grupo, que tienes un lugar donde volcar las emociones, donde compartir tu tiempo.
Pero la soledad también es una fuente de riqueza en nuestras vidas. En ella se encuentra el germen del pensamiento, del arte, de nuestra propia identidad. En un mundo permanentemente conectado, los espacios de aislamiento se reducen hasta convertirse en preciadas perlas exóticas. Entonces, surge la duda. La incertidumbre de saber si la generación que está creciendo bajo el abrazo continuo de las redes sociales sabrá estar sola. Si al no haber recibido la dosis habitual de soledad adolescente, no resultará más vulnerable al sombrío y temible ataque del gregarismo.
Ni George Orwell pudo predecir las horas de diversión que produciría la renuncia a la vida privada. La alegría con que nos convertiríamos en una sociedad que se observa a sí misma. Con una sonrisa inocente y, sin ensuciarnos las manos, actuamos como un detective privado ante un cubo de basura, rebuscando el rastro de un nuevo empleado, de un amante o de un amigo. Sin una sombra de culpa o arrepentimiento. Todo vale, ya que hay consentimiento de por medio.
En este beneplácito es donde radica nuestra única capacidad de control. Aunque no deja de producir cierta inquietud saber que la memoria de Facebook es ilimitada. Y que en su cerebro se hallarán almacenados, por siempre, las imágenes, las palabras y las emociones de nuestra vida. Incluso cuando ésta ya sólo pertenezca al pasado.

Texto: Emma Riverola
Imagen: Invasionesbarbaras.wordpress.com
Fuente: El País

lunes, 5 de octubre de 2009

Carta de ajuste

Ajuste de cuentas de un director maldito de la década de los 70 a su país, mientras otros compañeros de profesión evolucionaban hacia otro tipo de cine, renunciando al clasicismo de su propia historia, pienso en Coppola, Polansky, Spielberg..., él decidió nadar a contracorriente y decantarse por el viejo aroma del cine clásico, bien asesorado por su amigo Orson Welles decide rodar en blanco y negro este crepuscular ejercicio de autocrítica a los convulsos tiempos que se vivían por entonces en EEUU...
La acción nos situa en un pueblo de la América profunda en los años 50, paraíso de perdedores acomodados en su rutinaria existencia, jovenes que inician el arduo camino de incorporarse a la edad adulta, desencantados porque saben que no saldrán de esa cloaca, sus miserables existencias se reducen a esperar conseguir un buen partido, en el mejor de los casos, que les allane la insoportable sensación de vivir una vida sin valores, sin ilusiones, sin sueños, carne fresca para la inminente guerra de Corea, que es la que tocaba en aquellos días, de la que muchos no regresaran...

La claustrofóbica camara de Bogdanovich, nos centra todavía más en una de las calles del pueblo, donde subsiste el único cine en kilometros a la redonda, a la vez que nos muestra los infinitos campos abiertos de entrada a esta arteria vital, donde un grupo de utópicos resistentes lucha por evitar el cierre de la desvencijada sala y la inminente llegada del cáncer irreversible del espectáculo entendido como "arte moderno", la TV...
Este es el escenario elegido por Bogdanovich para clavar su rabiosa bayoneta y destripar las sólidas bases del tradicional american way of life, con una sublime dosis de melancolía y nostalgia, que te duele muy adentro, te hace llorar, te enseña a sentir y preguntarte aquello de ¿todo tiempo pasado fué mejor?

Pocas veces he vuelto a ver en pantalla un reparto tan bien logrado, desde los debutantes Cybill Sheperd (injustamente infravalorada, la futura novia de Travis Bickle en Taxi Driver, está sencillamente memorable), Jeff Bridges poniendo la base de su luego interesantísima carrera, y un Timothy Bottoms que te llega hasta los tuétanos (¿con su escoba cuantas cosas barrería?), hasta los excelsos secundarios de Ben Jonhson y Cloris Leachman (nunca dos Oscars de reparto fueron más merecidos).
Con muchos tiempos muertos, entre espacios cerrados a la introversión de sus personajes y abiertos a la profundidad de lo infinito del campo visual, aquí se habla con la mirada, con los gestos, con el alma profunda de la razón... con las entrañas. Masterpiece.-

"La última película" - Peter Bogdanovich (1971)

sábado, 3 de octubre de 2009

El lector activo


La lectura es un arte, aunque muchos autores de hoy lo ignoran, ya que andan atareados complaciendo lo que se espera de ellos: intrigas trilladas, personajes que hablen como en las series más mediocres de televisión, estilo de tiralíneas. Claridad se les reclama, y que no embrollen. Que respiren con naturalidad y no ensombrezcan las mañanas.
Ostentadora del gusto general, la mayoría lectora, que cuenta con la reveladora complicidad del sufragio de los que no leen, actúa como si hubiera vencido en las urnas y eso le permitiera ahora imponer la figura del lector pasivo y someter cualquier lectura individual a la más burda lectura general, prisión de todos.
Tiene este horror su lógica si se piensa que entre los lectores de hoy triunfa aquella comodidad que ya en los años treinta llevó a Cyril Connolly a ironizar sobre los perezosos: "Con independencia del talento que inicialmente posean, se condenan a ideas y amistades de segunda mano".
Hasta donde alcanza la memoria, mi icono clásico del lector activo es una lectora, Anna Karenina, viajando de noche en el tren de Moscú a San Petersburgo. Justo en el momento en el que Tolstoi parece haber suspendido ligeramente la intriga, Anna se coloca en las rodillas un almohadón y, envolviéndose las piernas con una manta, se arrellana cómodamente. Después, pide a Aniuska una linterna, que sujeta en el brazo de la butaca, y saca de su bolsita roja un cortapapeles y una novela inglesa.
En mi recuerdo, el momento es pura iluminación. Asocio la linterna de Anna con aquella peculiar luz propia, cuya necesaria existencia percibiera Paul Valéry cuando en sus Cuadernos consideró plausibles un tipo de obras que contaran con la iluminación propia del lector, es decir, un tipo de obras escritas sin pensar en darle algo a quien lee, sino, al contrario, pensando en recibir de él: "Ofrecer al lector la oportunidad de un placer -trabajo activo- en lugar de proponerle un disfrute pasivo. Un escrito hecho expresamente para recibir un sentido, y no sólo un sentido, sino tantos sentidos como pueda producir la acción de una mente sobre un texto".
Décadas después, Roland Barthes recogería el guante y diría que para devolverle su porvenir a la escritura había que darle la vuelta al mito: "El nacimiento del lector se paga con la muerte del autor". Exageró, pero con su idea dejó entretenidas a dos generaciones de estudiosos y demostró, además, que del acontecer implacable que conduce a la muerte nada nos distrae tanto como la lectura activa. La famosa muerte. La he visto esconderse en los relojes en La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy, esa novela con la que Laurence Sterne llenó de salud la relación del escritor con el lector: "A medida que prosiga usted en mi compañía, el ligero trato que ahora se está iniciando entre nosotros se convertirá en familiaridad, y ésta, a menos que uno de los dos falle, acabará en amistad".
Puede que fallarle a tipos como al gran Sterne sea el error de tantos lectores de ahora, consumidores de sucedáneos de la literatura. Pero anima saber que hay indicios del regreso del lector activo. Algo comienza a moverse en medio del barullo de las novelas esotéricas y otros engendros, y se diría que hasta incluso pierde ya fuelle la estúpida exaltación del lector pasivo, que esconde en realidad la exaltación de los que no leen. Reaparece el lector con talento y parece que comienzan a replantearse los términos del contrato moral entre autor y público. Respiran de nuevo los escritores que se desviven por un tipo de lector que sea lo suficientemente abierto como para permitir en su mente el dibujo de una conciencia extraña, incluso radicalmente diferente de la suya propia.
La secuencia central de toda lectura activa contiene el gesto más profundamente democrático que conozco. Es el gesto de quien sabe abrirse al mundo y a las verdades relativas del otro, a la sagrada revelación de una conciencia ajena. Si se exige talento a un escritor, debe exigírsele también al lector. Porque el viaje de la lectura pasa muchas veces por terrenos difíciles que reclaman tolerancia, espíritu libre, capacidad de emoción inteligente, deseos de comprender al otro y de acercarse a un lenguaje distinto del que nos tiene secuestrados. Como dice Vilém Vok, no es tan sencillo para un lector sentir el mundo como lo sintió Kafka: un mundo en el que se niega el movimiento y resulta imposible siquiera ir de un poblado a otro.
Las relaciones entre lector y escritor remiten tanto a un mundo radicalmente negado para el movimiento como a la escena más opuesta: dos aislados poblados kafkianos, acercándose. Una novela es una calle de dos direcciones, animada por dos talentos; una calle en la que la tarea que se requiere a ambos lados es, al final, la misma. Leer, cuando se lleva a cabo con linterna propia, es tan difícil y apasionante como escribir. Tanto quien escribe como quien lee, aun entreviendo el fracaso, buscan la revelación certera de lo que somos, la revelación exacta de la conciencia personal de uno mismo, y también de la del otro. Y aquellos que sitúan la lectura al nivel de la experiencia pasiva de ver televisión lo único que hacen es vejar a la lectura y a los lectores. De hecho, las mismas destrezas que se necesitan para escribir se precisan también para leer. Los escritores fallan a los lectores, pero también ocurre al revés y los lectores les fallan a los escritores cuando sólo buscan en éstos la confirmación de que el mundo es como lo ven en su pequeña pantalla. Los nuevos tiempos traen esa revisión y renovación del pacto exigente entre escritores y lectores. Cabe esperar, parafraseando a Henry James, que pronto pueda decirse que unos y otros trabajan con lo que tienen, y sus grandes dudas son su pasión, y esa pasión es precisamente su gran tarea.


Texto: Enrique Vila-Matas
Imagen: Sonia Pulido
Fuente: El País

jueves, 1 de octubre de 2009

Marrones


Vaya papelón con el rollo higiénico de la crisis, y es que ya me veo venir que en los curros además de ahorrarse el lote de Navidad este año van a empezar a recortar los gastos de empresa en todas las secciones; yo que tenía un jefe que controlaba hasta los folios, bolis y clips que te daba para desarrollar tu tarea no quiero ni imaginar como estará astillando el presupuesto en momentos como este, eh Quim?... y es que me temo que uno tendrá que aprender a trabajar con las austeras herramientas que proporciona el mandamás de turno.
En el caso de este pobre diablo esta claro que se encuentra en una situación apurada, una de dos, o sacas el billetillo de cinco euros de la cartera (y luego le haces un centrifugado en el grifo del lavabo, si es que no te han cortao el agua) o sacrificas la corbata de topos que te regaló la suegra y… luego le das explicaciones a su hija.-