lunes, 24 de agosto de 2009

Lluvia

Tampoco esta mañana faltaste a tu cita, te oía repiquetear contra los cristales de la ventana como quien busca consuelo, tímida en las horas profundas de la noche incierta, sollozando junto a mi presencia amiga; y furiosa al romper el alba, clamando por tu hijo extraño, el que se baña en tu lamento, el que llora tu ausencia. Y yo me abrazo al calor de mi amada compañera, como muchos años antes estrangulaba con caricias la almohada que mimaba soledades del que sueña quimeras, primer amor esponjoso de nube siempre presente, incluso hoy,... que tú has venido a buscarme. Intento ignorarte y gritas más fuerte, abro los ojos y celebras en trueno, busco a tientas el botón que pare el lamento del medidor de tiempo de agujas retorcidas e iluminas mi alcoba con un relámpago quebrado, te desgañitas en grito, y acepto tu reto. Agua tratada para lavarse la cara y arrojar la somnolencia por el sumidero, trato hecho, agua clorada para ablandar la barba de tres días que pronto sera rasurada con tajo preciso, agua de cisterna que se lleva la primera meada del día y que saluda con voz de tuberia tuberculosa al vecino de abajo dándole los buenos días, agua caliente para el colombiano instantáneo antes del primer café de verdad, el que hacen en los bares de siempre, los que no cierran nunca... agua, agua, agua, que se desploma desde el cielo gris plomizo, enfermizo, lluvia que me llamas. Busco refugio en mi cabroncete motorizado, contacto con tacto, enciendo la radio y el cigarrito, me ajusto el cinturón y salgo a que me lustres la tartana, soy el carroza que mira hacia arriba y te observa como evolucionas mientras las yayas miran para abajo desde los balcones, ¿que es lo que le pasa a las calles, que no duermen?, y dejo atrás el infierno matinal de la ciudad de semáforos rojos, ojitos coloraos, y tú me sigues mientras restrego los parabrisas contra tu llanto desaforado, llora, implora, castiga las ruedas motrices, empaña la triste calefacción, que yo me río de tu río de lágrimas, más, más...Y transcurre la jornada con el aliento de tu presencia en mi espalda, vuelvo a mi nido, dejo los trastos y salgo a la calle a pelear contigo, a que me ajustes las ropas y las cuentas, a que me lamas las manos, a que me acortines los ojos, simplemente me apetecía revolcarme contigo como en los viejos tiempos, tú, yo, y los demás, que cuando estamos a solas son siempre lo de menos. Dice el tío de los mapas que mañana ya te habrás ido para volver, sabes que te estaré esperando, desde el agua de abril que lloré por tí cuando nací hasta el chapuzón de este día de perros, que ladran pero no muerden, lluvia que me haces sentir diferente, y dibujas sonrisas grises en mis labios que te beben, sed de tempestad.