lunes, 29 de junio de 2009

Y. (léase Y punto)

Después de “Pafuera telarañas”, se retiró de la vida pública. ¿Dónde se metió?No me retiré. Enseguida me fui a rodar una película con Julio Medem y, si, después puse tierra por medio con todo para descansar, para desconectar.
¿Se le hizo necesario romper amarras y apartarse del mundanal ruido?No, simplemente estaba aburrida de hacer siempre lo mismo. No me gusta aburrirme. Quería estar conmigo misma, viajar, estar sola, tranquila, aparcar un poco todo lo que había hecho y vivir como una salvaje, que es como me gusta vivir.
¿Adonde se fue?
Por ahí, siempre sola, buscando espacios naturales todo el rato. Me perdí. Pero también encontré a gente maravillosa por el camino, gente que valía la pena conocer y con la que poder hablar. Pero, básicamente, quería estar sola.¿Quizá también andaba en busca de cierto anonimato?Sí, estar donde nadie me conociera, donde no hubiera ni un solo ojo que me increpara, que me dijera nada de nada. Hay ojos de puta madre, pero hay también hay ojos que increpan. Hay ojos amables y ojos que no lo son. También estuve en lugares concurridos, pero como la gente no se esperaba que estuviera ahí, pues no me reconocía. Aunque a veces los tatuajes me delataban.¿Tan necesario era poner barreras a su alrededor?Sí, rotundamente sí. Por mi bien personal y mi bien mental. Cuando estás mal en el plano mental, cuando tienes la mente delicada, el cuerpo también se resiente. Era necesario por mi propia integridad.

¿Qué lección sacó de todo eso?Uyyy, muchas lecciones. Básicamente hice muchos ejercicios de autocontrol, desarrollé un autocontrol muy grande. Antes lo interiorizaba, lo transformaba todo, y ahora lo veo con muchísimo humor, aprendí a torear, ahora me río más, sí, y de mí la primera. Sobretodo de mí, los demás me dan igual.
Fuente: DOMINICAL - El Periódico de Catalunya